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Reseña APRENDER A HABLAR CON LAS PLANTAS de Marta Orriols

En tiempos de confinamiento, no hay libro cuyo título describa mejor nuestro estado actual. Hoy os traigo la reseña de Aprender a hablar con las plantas, de la escritora catalana Marta Orriols. Yo me lo leí en catalán, su idioma original, pero gracias a su éxito, no se dudó en adquirir los derechos para traducir la obra al castellano. 

Llego un poco tarde, ya que la novela, la primera de la autora, ganó el Premio Òmnium el año pasado (2019) pero como bien comentaba, la coincidencia casi poética del título y la situación actual me animó a leerlo ahora. Sin embargo, lo que esconden las páginas de la novela de Marta Orriols es una realidad mucho más cruda y dura que la mía.

Paula es una doctora que trabaja como neonatóloga. Tiene 42 años y lleva casi toda su vida con su marido Mauro. No se han casado y no tienen hijos. Llevan una vida sencilla y ordenada, quizás demasiado, por culpa del paso del tiempo y la ausencia de sorpresas que quedan en su relación. Un día cualquiera, Mauro muere en un accidente de bici, justo unos minutos después de que el hombre la dejara por Carla, una chica mucho más joven con la que lleva tiempo viéndose. Paula, pues, no tendrá suficiente con tener que superar un duelo, sino que superarlo con un añadido extra: la infidelidad, el rencor, el sentirse abandonada.

De Aprender a hablar con las plantas, quiero destacar especialmente su realismo introspectivo, por decirlo de alguna manera. A través de una narración en primera persona, conoceremos las decisiones que tomará Paula a partir de este momento trágico y las entenderemos todas. Sin ser demasiado explícita, la autora hace un gran trabajo de profundidad psicológica sin caer necesariamente en monólogos existenciales o conversaciones profundas entre personajes. De hecho, Paula ni se permite hablar del tema y el lector cargará con el peso que lleva en su espalda a lo largo de todas las páginas.

Será a través de sus acciones y charlas más cotidianas que sabremos cómo se siente Paula: su trato con los compañeros de trabajo, sus impulsos, sus arrepentimientos, sus memorias que vienen como flashbacks sin saber exactamente qué forma deben tomar. Paula y el lector se fundirán en una misma persona, y a pesar de no siempre estar de acuerdo con sus decisiones, no nos atreveremos a cuestionarlas porque conectaremos demasiado con su dolor. La prosa de Orriols es sencilla y sobre todo fluida y natural, pero esto es lo que la hace realmente intensa y cercana. La experiencia inmersiva como lector es un notable.

El desenlace de la novela no es para nada cerrado, por supuesto. Tampoco era la intención de Orriols hacerlo de esta manera, cortar el dolor de Paula con una nueva pareja o con un nuevo destino donde irse a vivir, por ejemplo. Que ya desde aquí le agradezco a la autora como desarrolla la trama con Quim, ya que otra opción hubiera generado emociones diferentes en los lectores. En mi opinión, es un final muy respetable y valiente: te deja un vacío pero a la vez te llena de algo. De preguntas, de dudas, de peso. De la misma manera que Paula cargará con esto los próximos años de su vida, el lector la acompañará sin necesidad de leerla más.

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