Hace más de un año que decidí empezar con Brandon Sanderon y elegí la saga de Nacidos de la Bruma para este inicio. Por ahora, solo llevo los dos primeros libros: El Imperio final y El Pozo de la Ascensión, así que todavía me quedan varios por delante, aunque reconozco que necesito un descanso después de finalizar esta segunda lectura. Hoy, pues, os traigo una breve reseña de El Pozo de la Ascensión (contiene spoilers).
A modo de anécdota antes de empezar, sorpresa la mía cuando justo hace dos días que terminé de leer la novela y descubro que la primera adaptación que se hace de Nacidos de la Bruma es a cargo de Fortnite, quien ha lanzado la skin de Kelsier: la verdad es que está bien conseguida.
El Imperio final fue un libro que me cautivó muchísimo por este imaginario tan complejo y auténtico: Sanderson se aleja de los hechizos y los dragones, y nos trae un tipo de fantasía poco convencional, muy diferente a la que hemos leído hasta la fecha. Algo mucho más químico y físico, poco que ver con el concepto de magia en sí. Esta idea me pareció sumamente original y me enganchó desde el principio: más que la trama principal, entender cómo funcionaba la alomancia y todo alrededor de este concepto me fascinaba. Además, el primer libro contaba con un protagonista de lo más potente e interesante: nuestro querido Kelsier.
Para mi, la segunda entrega de Nacidos de la Bruma no está al mismo nivel y es bastante más floja. Principalmente, he encontrado dos problemas: el primero, es un libro muy político. Sí, hay escenas de acción y la alomancia sigue liderando las páginas, pero el protagonismo es mucho menor. Teniendo en cuenta que era mi parte favorita y que como lectora deseaba conocer mucho más de este mundo, la segunda entrega no ha saciado mi necesidad. Considero que es un libro “puente”: la parte política es necesaria, de eso no hay duda, y tal y como termina El Pozo de la Ascención, todo apunta a que la tercera parte es mucho más prometedora. Sin embargo, reconozco que se me ha hecho largo y denso, y que me hubiera gustado ver más acción y no tanto discurso y estrategia política.
El otro problema es la ausencia de Kelsier. Su muerte en El Imperio final tuvo mucho sentido y era coherente con el personaje. Sin embargo, creo que Sanderson se precipitó. Aunque Vin es nuestra protagonista de verdad, el personaje como tal no ha conseguido la misma madurez, la misma conexión, que Kelsier tuvo rápidamente con los lectores. Y aunque hay otros personajes que toman más protagonismo como Lord Elend, dejas a tu novela bastante coja sin la presencia de Kelsier. Deshacerte de tu mejor personaje cuando el resto del elenco no es capaz de llenar este vacío… es arriesgado. Es cierto que en este segundo libro Vin gana más poder e independiente y crece como personaje, pero aun así, creo que la decisión fue algo impulsiva.
Por lo tanto, el segundo libro me ha parecido bastante más flojo: una trama principal menos potente, demasiado centrada en la estrategia política, y que, en parte, no ha cumplido la función de seguir alimentando el imaginario del lector de este mundo tan bien creado, así como un elenco de personajes cuyo objetivo era llenar un vacío muy difícil de llenar (conseguido a medias). Eso sí, el final es muy prometedor y tiene pinta de que el tercer libro es más ágil y con muchas más sorpresas.
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