Después de su éxito con El lector, el escritor almenán Bernhard Schlink ha vuelto con una nueva novela. Hoy os traemos la reseña de Olga, publicada por la editorial Anagrama.
Olga nace en la parte este del imperio alemán a finales del siglo XIX, sobrevive a dos guerras mundiales y muere en extrañas circunstancias. Su vida, a caballo entre dos siglos, transcurre marcada por la historia. De familia pobre, es criada por su abuela tras la temprana desaparición de sus padres; más adelante se enamora de Herbert, un joven de una clase social superior, cuya familia se opone a la relación. Deberán mantener su amor en la clandestinidad y después la relación quedará marcada por la distancia, porque Herbert, llevado por el entusiasmo de las guerras coloniales de Bismarck, decide alistarse en el ejército. Viajará por África y por América del Sur y más tarde formará parte de una expedición polar, mientras Olga se queda en casa y le escribe cartas.
Bernhard Schlink retrata con precisión y sensibilidad un alma femenina y desgrana sus anhelos, pesares y secretos, y al mismo tiempo esboza una panorámica de algunos años cruciales de la historia alemana contemporánea, con todas sus convulsiones y claroscuros. Después de esta breve sinopsis, empezamos con la reseña de Olga de Bernhard Schlink.
Diferentes puntos de vista
Como bien dice Nicolas Weil (Le Monde), <<uno de los secretos de Bernhard Schlink consiste en su capacidad de contar historias superponiendo los puntos de vista de varias generaciones sobre un mismo asunto.>>
Así, pues, el escritor nos ofrece un retrato muy interesante y completo de la época a través de una estructura dividida en tres partes: la primera, un narrador en tercera persona. La segunda, el testimonio de Ferdinando, el hijo joven de una familia por la que Olga trabajará, y por último, las cartas que Olga envió a Herbert durante su expedición, sin obtener respuesta.
A través de una prosa muy elegante, Schlink nos hará partícipes del contexto histórico pero sobre todo de la vida completa de Olga en menos de 300 páginas. El lector tendrá la impresión de saberlo todo acerca de esta protagonista tan especial a pesar de la brevedad de la novela. Uno de los logros de grandes escritores como Schlink.
La desesperación creciente
Herbert, el gran amor de Olga, es nuestro segundo protagonista. Sin embargo, Herbert solo aparece en la primera parte de la novela: luego leeremos su nombre por las historias que Olga comparte y sus cartas. Es curioso, pues, como el otro protagonista de la novela lo es solo a través de los recuerdos de Olga. Sin duda, la intención del autor fue intentar transmitir la importancia que Herbert tuvo en la vida de Olga, un amor que empezó innocente y puro pero que en cada página crece la desesperación y la frustración.
Arrastraremos con Olga estos sentimientos. Como lector uno no puede evitar sentir lástima por la protagonista: una mujer fuerte, inteligente y ambiciosa con las ideas muy claras de pequeña, pero que parece que la relación rota por los eventos históricos la aparta de su camino y le nublan la vista. ¿Qué podría haber sido de Olga si la relación con Herbert hubiera sido estable? Al final, tenemos una Olga que no logra olvidar a su amado y que no consigue vivir el resto de sus días con plenitud.
En sus cartas, se va reflejando poco a poco su desesperación. También se revelan algunos secretos como la identidad de Eik. Hay días que le echa en cara muchas cosas, que se muestra enfadada; aquellas cartas en las que no signa “tuya, Olga” y solo con un seco “Olga”. Otros vuelve a mostrarle su romanticismo, su afecto, todo su amor. O bien, como si se tratase de una estrategia para normalizar su rutina, le cuenta cosas banales sobre lo que ha hecho durante el día, como si todo siguiera igual.
Olga sufre una inestabilidad emocional que el lector percibe en cada una de las cartas, anclada en el pasado idílico de cuando su amor empezó. Alguien que no ha sabido superarlo y como consecuencia, la llevará a un destino que hasta podríamos decir que roza la locura.
Ferdinand y Olga
Si hay algo que quizás ha faltado en esta breve novela, ha sido exprimir más la segunda parte, la narrada en primera persona por Ferdinand. Olga y el hijo joven de la casa mantienen una relación casi maternal, aunque luego en las cartas descubriremos que Olga quizás no valoraba tanto a Ferdinand como él a ella, quien casi la idealizaba.
Esta segunda parte de la vida de Olga, cuando se incorpora en esta familia para planchar, es más desconocida y la viviremos más ajena a ella. Quizás era precisamente la intención de Schlink: transmitir esta sensación de vacío, de incompleto, porque serán los primeros años que Olga vivirá en soledad, asumiendo en su interior que Herbert no volverá. Su nueva rutina, su nuevo entorno, su nueva familia… No conoceremos tan bien las emociones y pensamientos de Olga sino sus actividades y rutina a partir del testimonio de Ferdinand.
Quizás se podría haber explorado más esta segunda parte, darle un poco más de profundidad a la relación Ferdinand-Olga. O quizás está bien así porque logra este efecto de hueco, de soledad, de inacabado. Pero al fin y al cabo, como la vida de Olga.
Conclusión
Después de esta reseña de Olga, recomendamos la novela para seguir conociendo a Bernhard Schlink. Rápida de leer, te gustará su estilo literario tan delicado y bello. Aunque la historia no es adictiva, lo importante es descubrir cómo evoluciona el personaje de Olga, condicionado por un amor truncado y el contexto histórico. Una evolución muy completa a pesar de tratarse de una libro breve. Sin duda, Bernhard Schlink es un narrador atento que sabe contar historias.
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