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Crítica de VALERIAN Y LA CIUDAD DE LOS MIL PLANETAS, de Luc Besson.

Valerian y la ciudad de los mil planetas, de Luc Besson: el extraño caso Valerian

La relación con esta película de 2017 creo que es uno de los casos más extraños de la filmografía mundial. Comenzaré con mi propia experiencia personal:

Fan total de los cómics de Pierre Christin y Jean-Claude Mézières publicados en los 60, que son de obligatoria lectura por su estilazo y por ser pioneros de la ciencia-ficción intergaláctica europea y casi mundial (influyentes máximos del género, incluido Star Wars), me negué a acercarme a su adaptación cinematográfica debido a lo que consideraba una profanación en la selección del reparto. El actor Dane DeHaan se me asemejaba a Valerian como un huevo a una castaña, con esa pinta inicial a niñito de ojitos tipo DiCaprio. Y, lo que era más crucial: mi Laureline soñada no era ni de lejos Cara Delevigne

Valerian y la ciudad de los mil planetas, de Luc Besson

Laureline no es un personaje cualquiera: es EL PERSONAJE. De hecho, los cómics debían titularse ‘Laureline y el resto que casi da igual’. Hay pocos caracteres femeninos en la historia de la cultura como el de Laureline: independiente, rebelde, de belleza hipnótica, indómita… Todo gira a su alrededor como los planetas de sus aventuras, al sol de su deslumbrante atractivo. Total, que ese evocador sueño femenino que transpiran sus páginas coloreadas no tenían ni de lejos el rubio ni el aire pijo de Delevigne. Motivo suficiente para rechazar de plano acercarse a su traslación al celuloide, ni de la mano del director de ‘León, el profesional’ o ‘El quinto elemento’ entre otras.

Pues hete aquí que la película es subida a las plataformas, y que el confinamiento da tiempo pero también una apatía desilusionante que te hace acercarte a cualquier cosa y… pues sorpresa. La cinta no está nada mal pese al desprecio y la indiferencia generalista que obtuvo. Un presupuesto de lo más potente (película europea más cara), con cameos de Rihanna (ojito), Clive Owen o Ethan Hawke. Las aventuras son muy potentes (enlaza hasta con acierto varias historietas de la saga) visualmente y lo mejor es que emplea como hilo para coserlas la relación (química creíble) entre los protagonistas, un poco como la idea original del cómic. 

La cosa va transcurriendo tan apaciblemente que hasta no chirría tanto el reparto en su encarnación de los personajes imaginados. Delevigne tiene ese puntito borde que encajaría con su personaje y Dane DeHaan le da un toque pícaro que pega también (aunque su cara infantil sigue desencajando). 

Valerian y la ciudad de los mil planetas, de Luc Besson

Total que, contra taquilla y pronóstico, se pasa un buen rato entre aventuras interespaciales sin demasiadas pretensiones y eso sí, se da por válido si constituye un empuje a acercarse a las novelas gráficas, que éstas sí que constituyen toda una obra maestra. Mi Laureline…¡ains!

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