Hace un par de semanas, en este blog publicamos una primera crítica de la serie que ha conquistado los rankings. No era exactamente una crítica completa sino que se trataba más bien de una reflexión: contrasté la historia televisiva y los testimonios del libro de la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich en su ensayo Voces de Chernóbil con mi propia experiencia en la tierra de Chernóbil durante un tour turístico. Porque no, no tiene nada que ver, y pocas veces pasa que la ficción de una serie es más fiel a la realidad que la propia experiencia, como es el caso. Realmente, creo que es un post muy interesante que titulé apropiadamente Chernóbil: un ataque a la mentalidad rusa y el heroísmo enmascarado. Os recomiendo que leáis primero este artículo porque si bien no se trata de una crítica técnica de la serie, sí que reflexiona sobre lo más importante: la historia en sí, lo que pasó en Chernóbil y lo que se contó públicamente. Por lo tanto, en esta crítica evaluaré aspectos más técnicos y no tanto el contenido de la serie; insisto, creo que empezar por la otra publicación puede ser una buena idea. Os la dejo en este enlace.
Chernobyl se ha coronado en el top de las mejores series de todos los tiempos, al menos así se mantiene a día de hoy. Es verdad, estamos frente a una obra maestra, exquisita en todos los sentidos. El tema de Chernóbil en sí ya es algo morboso; porque es así, lo tenebroso, misterioso, lo catastrófico es atractivo para los humanos, así que una serie que contara todos los horrores del accidente nuclear prometía mucho. Era fácil, pues, caer en esta popularidad expectante de ver cuerpos deformados, muertes por radiación y otras situaciones críticas. Las hay, por supuesto, escenas demasiado duras para el ojo humano, pero se ofrecen de una manera muy equilibrada y desde una perspectiva nada morbosa. Queda claro que la importancia de la serie recae sobre las mentiras que se contaron, el complot político a raíz del accidente, y que su intención es simplemente contar lo que sucedió, sin querer satisfacer en este sentido esta perversidad del espectador. Por lo tanto, ya se merece un gran aplauso el hecho de haber creado una serie que trata este tema sin ningún tipo de sensacionalismo. Se nota que el objetivo principal no era puramente vender sino contar una verdad.
Sobre todo destacar el gran trabajo que han hecho los guionistas para poder hacer accesible esta historia para todo el mundo. No somos expertos en energía nuclear pero aun así, el equipo hizo un enorme esfuerzo para poderlo explicar perfectamente y que el espectador entienda al cien por cien las causas del accidente. Un guión fantástico (que por cierto, os podéis descargar en este enlace publicado por el propio guionista Craig Mazin) que juega con los silencios y los diálogos cortos, que solo expresa lo que hay que expresar con las palabras.
Además de contar con un gran casting -a destacar nuestro amigo sueco Skarsgard como Boris Shcherbina y Jared Harris como el protagonista de la serie Valery Legasov-, toda la fotografía y banda sonora contribuye magistralmente a solidificar la historia. Tonos verdes y grises, una paleta fría para reflejar la contaminación, la angustia, el terror. Movimientos y enfoques de cámara acorde a las emociones del momento: si hay tensión y nervios, la cámara lo reflejará. Una serie grabada con una gran destreza técnica que contribuyen todavía más a reafirmar su merecido puesto en el ranking.
En resumen, una serie que recomiendo a todo el mundo sin duda, aunque como espectador tienes que estar preparado para vivir momentos duros pero sobre todo, para descubrir la verdad sobre la historia de Chernóbil, que es todavía más impactante: una historia de negligencias por parte del Estado y de nula profesionalidad laboral. Una serie necesaria y justa para los que vivieron de cerca el accidente y que todavía pueden sentirlo. Finalmente, perdonadme que insista con mi artículo anterior pero después de leerlo entenderéis que era necesario para entender el concepto de la serie de HBO.
[…] Chernobyl […]