La bielorussa premiada con el Nobel de Literatura y su forma tan humana de plasmar la realidad trágica: reseña de La guerra no tiene rostro de mujer.
En esta entrada, más que una reseña de La guerra no tiene rostro de mujer, vamos a reflexionar sobre cómo Alexiévich ha diseñado su ensayo y os enseñamos a cómo leer un libro de este peso.
Lo primero que uno se tiene que preguntar es por qué entre tantos periodistas de investigación, Alexiévich fue la primera y de momento, la única, en recibir un Nobel por su trabajo. Para mi, todo tiene que ver con su humanidad y su manera natural (y hasta filosófica) de plasmar su trabajo.
El ensayo recoge miles de recuerdos de mujeres que participaron en el Ejército Soviético contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Historias olvidadas e ignoradas hasta que Alexiévich se dispuso a darles voz. Por este motivo, justifico que uno no puede hacer una crítica de las duras memorias que la autora reúne, sobre si el libro está bien escrito o si su contenido es interesante.
Por una parte, la grandeza de su trabajo reside, por supuesto, en el tema del ensayo. Alexiévich muestra mucho coraje con querer destapar la historia y concienciar sobre la vida de millones de mujeres valientes. Para mi, algo muy interesante que la autora consigue, es defender el feminismo de hoy a partir de argumentos históricos. A través de las historias de las mujeres soviéticas, nos enseña lo que han vivido y lo que han sido capaces de hacer cuando la guerra solo era (y sigue siendo) percibida como un lugar para los hombres. ¿Sólo ellos tienen derecho a ser reconocidos por sus acciones y a no ser juzgados después de la guerra?
Fue un gran paso en el mundo de los Nobel que Alexiévich recibiera el premio: se dio voz a esta parte de la historia soviética olvidada y se reconoció a estas mujeres. Algo similar hizo con su otro gran ensayo Voces de Chernóbil (aquí podéis leer la reseña). Años después, pero se las ha reconocido y esto es de vital importancia tanto para ellas como para la sociedad de hoy en día que sigue luchando por la igualdad de género. De alguna manera, con el Nobel se hizo «oficial» el feminismo como tema social sobre el que reflexionar.
Por otra parte, cabe destacar como Alexiévich demuestra un gran trabajo periodístico gracias a su paciencia y disciplina: son miles los testimonios que forman parte del ensayo, conversaciones con infinitas mujeres que viven con el trauma en su interior y que necesitan tiempo para querer recordar la guerra. Su modelo operativo no se ha basado en entrevistar a una mujer por día, sino a adaptarse a sus necesidades emocionales y estar allí una vez estén preparadas. Hablar un poco hoy y volver la semana que viene para seguir con la conversación. Alexiévich se convierte en periodista y amiga de estas mujeres. No ignora ninguna historia, todas cuentan una vivencia distinta y por lo tanto, todas están presentes en el libro, aunque sea un pequeño fragmento. Aunque sea un <o estoy preparada para hablar sobre lo que viví en el frente>>.
Y de esta manera, Alexiévich recibe el Nobel precisamente por su escritura polifónica: por la guerra que se crea con el conjunto total de estos testimonios. Como los distintos sentimientos, el dolor, el amor y las diferentes miradas se unen en este ensayo de una manera tan humana.
A continuación, me gustaría dar un par de consejos sobre cómo leer el libro, ya que me veo incapacitada de escribir una reseña sobre el contenido de este.
Es un ensayo que requiere un alto ejercicio de empatía y mucha concentración. No es un libro para leer «un capítulo rápido» antes de ir a dormir. La guerra no tiene rostro de mujer son historias reales que tienen que vivirse mentalmente: meterse en la piel de la mujer que cuenta su testimonio y recrearlo para sentir la importancia de la historia. Muchos de los recuerdos son de contenido parecido pero de emociones diferentes, cada mujer vive su propia guerra. Si lo lees con distracciones, cansado o con prisa, no lograrás sentir nada y te parecerá ficción. Tienes que recordarte constantemente que son historias reales y admirar la cantidad de vivencias que forman parte del libro. Así que esta es mi recomendación: cuando no te emocione lo que estás leyendo, párate unos instantes y concéntrate. Toda esta cantidad de párrafos son guerras diferentes de mujeres que todavía viven. Trasládate allí. Vive la guerra. Empatiza con ellas y comprende sus sentimientos, sus palabras, su tono de voz plasmado en las palabras que salen naturales, sin guión, de sus bocas. Es un ensayo que requiere de una inteligencia emocional alta para valorar el trabajo periodístico que hay detrás y para descubrir una nueva perspectiva sobre la guerra.
Las guerras no están formadas de solo fechas, armas o ejércitos enemigos. Hay una manera más humana de comprenderlas, una forma más profunda, y esto es lo que consigue Alexiévich. Por todo esto y por la importancia de no ignorar el papel de las mujeres en el Ejército Soviético, hasta recomiendo el ensayo como lectura obligatoria para estudiantes de Bachillerato. La guerra no tiene rostro de mujer completa un conocimiento teórico sobre la Segunda Guerra Mundial con una experiencia emocional a partir de historias de primera fuente.
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