Conocía la serie. Había visto algún episodio y me había producido efectos contradictorios: de primeras su costumbrismo neoyorquino basado en detalles cotidianos me causaban un desinterés instantáneo y reflejo; de segundas me acabó absorbiendo la redondez y el circuito cerrado de cada capítulo. Sabía a ciencia cierta que acabaría gustándome, pero, bien por su longevidad (9 temporadas) o por la pereza que me producía ese formato de stand up comedy de risas enlatadas, el caso era que la tenía en suspenso… Hasta que he acabado por sucumbir, y de qué manera.
Porque ‘es el guión, amigo’, que diría aquel. Es el trabajo subyacente, es Larry David. Es decir, es acidez, es melancolía, es psicología, es paranoia costumbrista y cotidianidad ridícula. Incomunicación, relaciones y la vida misma reducida un poco a lo que verdaderamente es: algo a menudo cómico, precisamente por lo muy dramático.
He de confesarme aquí de un asunto digno de crucifixión segura por parte del colectivo mayoritario y la opinión general (puede que incluso hasta de abogados cristianos), pero me es igual porque tampoco es importante y tampoco va a ningún lado fuera de una opinión intranscendente: el caso es que no soporto ‘Friends’.
Entiendo que no deben pasarse por alto los indudables puntos cómicos y situaciones de enredo logrado; tampoco la empatía, conexión y referencia en la que consiguió constituirse para muchísimas generaciones, ni el efecto que ejerció por su novedosa forma de plantear las relaciones juveniles. Tiene méritos innegables y, sin embargo, su tipo de humor no acabó de calarme, por parecerme algo cuqui, moñas y preminentemente infantil.
Es ‘mi problema’ en cualquier caso, pero viendo Seinfeld no he podido evitar imaginar que ése es el ‘Friends’ que me llega y que me gustaría ver. También comedia de situaciones y relaciones, también de enredo cotidiano algo histérico, también de personajes apasionantes, pero todo con la diferencia principal de la adultez; o lo que es lo mismo, de no vivir de espaldas al lado melancólico o patético de la propia existencia.
Y de este modo da la sensación de cierta burbuja cómica, pero sin ser una burbuja alejada completamente de la realidad (bueno, salvo la referencia a Superman en todos los episodios) . La idea de la serie incluso era presentar en forma de documental las situaciones cotidianas veraces de las que los cómicos beben para idear sus monólogos. Los personajes principales de hecho están muy basados en experiencias y vidas personales reales (George sería el propio Larry David), Eleine una ex novia del guionista y el gran Kramer es tan parecido al vecino real del Jerry real que tuvo que pagar derechos para que no les denunciase por plagio.
Seinfeld, un monólogo de vida del Club de la Comedia ridícula que vendría a ser la propia existencia (risas).