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Crítica de «One Night in Miami» de Regina King

Hoy os traigo la crítica de One Night in Miami, una película que tenía muchas ganas de ver por el hecho de haber sido dirigida por Regina King. Para mi, la actriz ya se coronó el año pasado con su interpretación en Watchmen y desde entonces, no le he perdido la pista. Su debut como directora y sus nominaciones que van confirmando su talento ya eran el siguiente paso para adorarla todavía más. 

En resumen, One Night in Miami se centra en la noche justo después de la victoria de Muhammad Ali: una reunión ficticia presenciada por iconos como el boxeador ya mencionado, el político y activista Malcolm X, el cantante Sam Cooke y el futbolista Jim Brown. En este encuentro discuten sobre su papel en el Movimiento por los Derechos Civiles y la agitación cultural de los años 60.

Estas primeras imágenes de las cuatra influencias encerradas en una habitación me recordó brevemente a la mítica Los odiosos ochos de Tarantino: en este caso, no es una ventisca la responsable de mantenerlos encerrados sino las propias normas sociales (o bien podemos decir alto y claro, normas racistas) hacia los afroamericanos. A pesar de ser los iconos que son, no pueden celebrar dignamente la victoria de Muhammad Ali y su fiesta se ve limitada a estas cuatro paredes, donde no son repudiados.

Crítica: One Night in Miami de Regina King

Sin embargo, lo que pasa allí dentro poco tiene que ver con la película de Tarantino y el género western, eso está claro: no hay violencia física, no hay una «guerra civil»; más bien el concepto correcto sería una guerra de palabras, una noche para precisamente hacer lo contrario: intentar salvar el mundo. Su mundo.

Pero para que os hagáis una idea, One Night in Miami recoge este escenario claustrofóbico de cuatro paredes con sus cuatro hombres afroamericanos: no hay balazos ni sangre derramada pero sí una larga conversación.

Por lo tanto, a la película no le queda otra que darnos una charla de lo más interesante. Esto, sin duda, lo consigue desde la sencillez: no hay discursos políticos sino solo un grupo de cuatro hombres compartiendo sus experiencias, sus perspectivas, sus opiniones de las injusticias que la raza afroamericana sufre.

Los que más pillan, para así decirlo, son Malcolm X, quien confiesa que está a punto de abandonar la Nación Islámica para iniciar su propia organización (la Muslim Mosque), hecho que no agrada al boxeador, ya que está a punto de ingresar en la Nación del Islam y rebautizarse Muhammad Ali (en aquel momento su nombre todavía es Clay).

Tampoco el cantante Sam Cooke se queda corto cuando es acusado por sus compañeros de componer canciones para complacer al público blanco y olvidarse de su propia raza. Para compararlo, usan un ejemplo que me encanta, el de Bob Dylan, un americano blanco muy lejos de la situación de racismo que viven ellos pero que, aun así, sus canciones transmiten mucho más activismo y lucha que las de Sam Cooke. Poco después, lanzó el gran himno A change is gonna come.

Ya os podéis hacer alguna idea de por dónde van los tiros de la película. Aunque se vayan lanzando algunos hachazos, los cuatro hombres se respetan enormemente y lo único que quieren conseguir con estos diálogos es abrir sus corazones y, aunque suene a tópico, crear un mundo mejor para su raza. Y así fue: todos ellos marcaron grandes eventos en la historia afroamericana, aunque dos de ellos murieron pocos años después por homicidio. Bastante frustrante cuando te lo paras a pensar, la verdad.

Por lo tanto, One night in Miami nos ofrece una larga y profunda reflexión: el guión es el punto fuerte de la película y el papel de la dirección está en presentarlo como una charla entre cuatro hombres, desde la naturalidad y la fluidez, y no como un discurso político preparado. 

Sin embargo, reconozco que One night in Miami es extremadamente lenta: me ha costado terminarla, aunque el final compensa. Son estos minutos del medio que se hacen un poco cuesta arriba, a pesar de que lo que escuchas es interesante y revelador. El nivel de concentración que se requiere es alto y el ritmo no acaba de ser ágil del todo. Mentiría si dijera que la sencillez de la película es perfecta.

Crítica: One Night in Miami de Regina King

Por lo tanto, para terminar esta crítica de One night in Miami, no me queda mucho más por decir: hay que tener paciencia porque la película es densa, de aquellas que requieren toda tu atención para una inmersión total en los diálogos y entender el punto de vista de cada uno de ellos. Sin embargo, el conjunto total funciona y, sobre todo, emociona. Luz verde para Regina King, el reparto y, por supuesto, también mención especial a los guionistas. 

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