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Crítica de EL QUINTETO DE LA MUERTE, de Alexander MacKendrick. Abuelita, dime tú.

He de reconocer que, a lo largo de mi vida, me he ido permitiendo ciertos lujos y por los cuales he visto cosas que no creeríais. Me he bañado de noche en las playas de Trípoli (cuando además no se permitía hacer turismo por el bloqueo estadounidense); he hecho escalada en el Atlas de Marruecos al lado de una catarata; he pasado noches torrenciales bajo puentes de París; conduzco un descapotable (aunque también es cierto que de segunda mano y que fue por una ganga) y…. ¡el otro día pude ver ‘El quinteto de la muerte’ en pantalla grande! 

A modo de introducción y sin que sirva de precedente, decir que el título en castellano no está nada mal y hasta puede decirse que contiene mejoras frente al ‘Ladykillers’ original (del remake de los Coen con Tom Hanks mejor ni hablamos. Sacrilegios los justos). Menos amago de spoiler y referencia musical a la tapadera de los protagonistas. Interesante y casi inédita aceptable adaptación del título al castellano.

Punta de lanza de los míticos estudios Ealing, que empezaron haciendo documentales para subir la moral de las tropas en la Segunda Guerra Mundial y que acabaron desarrollando en la posguerra el periodo más fino, agudo, ‘so british’ y deliciosamente identitario de la historia del cine inglés. Titulazos como ‘Ocho sentencias de muerte’ (de mis favoritas siempre), ‘El hombre del traje blanco’, etc. marcaron casi todo un género propio en la cinematografía europea. Comedias ácidas de esplendoroso humor británico en la etapa dorada y cénit de su filmoteca. 

Crítica de EL QUINTETO DE LA MUERTE, de Alexander MacKendrick

Pero ‘El quinteto de la muerte’ es todo eso y más (como si fuese ‘España dentro de España’). Lo que siempre defiendo como básico de partida: la trama es brutalmente ingeniosa y el planteamiento es totalmente brillante, enmarcado por si fuera poco en unas ambientaciones y situaciones de lo más bizarro (la secuencia de las señoras entrando al té es mítica. Intentó algo parecido Woody Allen en su serie para televisión pero ni se le acerca). Curiosamente se maneja una bizarría muy, muy educada y respetuosa, lo que convierte el conjunto en algo sumamente entrañable. Todo transpira carácter. La casa es un personaje más, el barrio es delicioso, la comisaría es decisiva para el desarrollo y todo cumple con su perfecto engranaje. Un atraco medido, un grupo de malechores tan crueles e insensibles para el asesinato (pocas veces hubo un ‘deshecho de cadáveres’ como en esta ocasión), como sensibles y respetuosos con ancianitas desvalidas. Porque, sobrevolando todo planea una old lady de armas tomar.

El reparto de por sí es antología del cine: Alec Guinness, que está de un histriónico que llena la pantalla (hizo hasta las voces de los loros, quien haya visto la cinta lo entenderá) y atrapa la atención como mosca en telaraña; un Peter Sellers jovencito antes de ser estrella que cumple de sobra junto con un Herbert Lom, Danny Green y Cecil Parker del todo impecables. Katie Johnson sencillamente deslumbra como protagonista. Frágil, firme, dulce, severa. El papelazo se servía en bandeja pero la intensidad de los registros es increíble.

crítica el quinteto de la muerte

Una trama de situación y lograda tensión con atracadores encantadores y una anciana sirviéndoles el té definitivo, desembocando todo en un desenlace luminoso. Una obra maestra de todos los tiempos impensable pasar por alto. Hay películas de clásico y genial humor negro inglés, luego está ‘El quinteto de la muerte’. 

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