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Crítica LA PASIÓN CIEGA de Raoul Walsh.

… Más que la pasión: Ida Lupino deslumbra. Hoy os traemos la crítica de LA PASIÓN CIEGA (They drive by the night, 1940) de Raoul Walsh.

De mis ‘conjunciones de estrellas cinematográficas’ preferidas. Uno de mis directores fetiche, Raoul Walsh (Una tira de Mafalda explicaba que vaya humanidad estamos hechos cuando el mejor escritor fue manco, el mejor músico sordo y -añado yo- los mejores directores de cine tuertos -Lang, Ford, Fuller, De Toth, Ray y Walsh); Humphrey Bogart (no hay más que añadir) y capítulo aparte, al nivel de talento, y en esta ocasión por encima del bien y del mal (se los mastica a todos cual mantis), una de las figuras femeninas más apasionantes de todos los tiempos: la insuficientemente reconocida Ida Lupino.

Británica actriz felina de ascendencia italiana; cantante ocasional de voz posiblemente no inolvidable pero dotada de una personalidad arrolladora como no podía ser de otra manera (su ‘One for my baby’ paraliza); directora de cine (la primera mujer en firmar una cinta noir ‘El autoestopista’ 1953) y televisión (ni más ni menos que capítulos para ‘Alfred Hitchcock presenta’ o ‘The Twilight Zone’), guionista, productora… una fuerza de la naturaleza del celuloide incontenible por los diques machistas de la época. 

Crítica LA PASIÓN CIEGA (1940)

Ida representa en sí misma una conjunción de todas las grandes mujeres del cine clásico hollywoodiense. Belleza inquietante a lo Barbara Stanwyck; figura estilizada a lo Audrey; personalidad tan arrolladora y reivindicativa como Katharine Hepburn; mujer fatal a lo Dietrich; mirada gatuna a lo Liz Taylor y capacidad interpretativa a lo Davis (La ‘Bette Davis de los pobres’ la llamaban de hecho). Su registro final en el papel de mujer que pierde el juicio en uno (humor gramatical) está entre los más memorables e impactantes de la historia del cine.

La cinta que nos ocupa en esta ocasión tiene la veracidad de Walsh en un relato de camioneros (‘They drive by night’ es su título original. Sin comentarios para la transgresora traducción) tipo ‘El salario del miedo’, lleno de ambiciones, ascensos y descensos al infierno laboral. Pronto deriva en buen cine criminal de trama ágil, emocionante y con buenos giros, todo salpicado de mis adorados diálogos Chandler-noir, tan punzantes, sarcásticos y divertidos como puedan imaginar. La secuencia del intercambio de puyazos en la barra entre los camioneros y la irresistible Ann Sheridan de camarera es pura metralla.

– Siempre me gustaron las pelirrojas.
– Cuidado, no te convienen. El rojo es el color de ‘alto’.
– No hay problema, soy daltónico.

Crítica LA PASIÓN CIEGA (1940). Ida Lupino.

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