Hace unas semanas se confirmaba que Dolor y Gloria es la película española seleccionada para competir por el Oscar a Mejor película internacional. Y no nos sorprende: la película se trata de un remate brutal de todo aquello que siempre ha estado presente en las obras de Almodóvar, desde su creatividad y estética hasta su equipo técnico y de reparto. Desde luego ha conseguido crear una película redonda, sensible y poética. Hoy os traemos la crítica de Dolor y Gloria de Almodóvar.
Sinopsis
Salvador Mallo (Antonio Banderas) es un director de cine casi retirado, en parte por culpa de sus dolores físicos, que triunfó con su película “Sabor”. Ahora la filmoteca de la ciudad quiere recuperar la película y piden al director y a su actor principal, Alberto (Asier Etxeandia), que la presenten. Hace años que no se hablan a raíz de ciertas tensiones que surgieron con la grabación de “Sabor”, pero sin quererlo del todo se reencontrarán.
Así se inicia la película de Almodóvar, mientras se mezclan varios recuerdos del propio director que tendrán mucho que ver con el desenlace de esta historia: su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia en busca de prosperidad, el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única terapia para olvidar lo inolvidable, el temprano descubrimiento del cine y el vacío, el inconmensurable vacío ante la imposibilidad de seguir rodando.
Dolor y Gloria habla de la creación, de la dificultad de separarla de la propia vida y de las pasiones que le dan sentido y esperanza. En la recuperación de su pasado, Salvador encuentra la necesidad urgente de narrarlo, y en esa necesidad, encuentra también su salvación.
Los de siempre
Para esta autobiografía mezclada con ficción tan importante en su carrera, Almodóvar no ha querido alejarse de sus favoritos: nuestro protagonista, Salvador Mallo, y a la vez el alter ego del director, no podía ser otro que Antonio Banderas, uno de los actores más presentes en la filmografía de Almodóvar. Que, por cierto, hace una interpretación brillante de las que hacía tiempo que no veíamos. También cuenta con Penélope Cruz y Julieta Serrano, quienes personifican la madre de Salvador en distintas edades.
También el equipo técnico repite con Almodóvar: José Luis Alcaine como director de fotografía, Alberto Iglesias al cargo de la banda sonora y Teresa Font como la montadora, del mismo modo que es el propio Almodóvar quien se encarga del guión. Y en este film, con muchísimo más motivo: ¿quién contará mejor su vida que él? ¿Quién puede dirigir su autobiografía mejor que Almodóvar (y así evitar un roce como el de Salvador y Alberto)? Se percibe, más que nunca, el cariño y la emoción que ha puesto Almodóvar en Dolor y Gloria, quien no ha querido arriesgar, experimentar, más que su propia creatividad, así que para esta autoficción ha apostado por los de siempre.
La autoficción sin excesos
Si bien la autoficción puede parecer un género un poco snob y egocéntrico, la intención de Almodóvar en Dolor y Gloria no es para nada presumir de vida, exhibirse y ponerse en un pedestal: el director nos cuenta partes de su historia de una forma mucho más sencilla, a través de recuerdos cotidianos que marcaron su vida, como aquel primer amor o su primera experiencia con el cine.
Incluso la duración de la película, de poco más de hora y media, quizás refleja su intento de evitar excesos y no abrumar con «tanta vida»: sin dar mil vueltas a las cosas o querer abarcar demasiado, Almodóvar ha hecho un genial ejercicio de selección, de priorizar aquello que realmente ha sido importante en su trayectoria tanto como persona como director. Un ejercicio que probablemente pocos seríamos capaces de hacer.
La película nos va presentando estos recuerdos para jugar con nuestras emociones: algunos duelen, algunos son felices, algunos empiezan dulces pero se van volviendo amargos. Pero al fin y al cabo, todos tienen esta parte de dolor y de gloria, y el título de la película no debe ser casualidad. Un cóctel de sensaciones que mezcla el pasado y el presente para conducirnos lentamente a un final magistral.
Conclusión
Después de esta crítica de Dolor y Gloria, solo podemos recomendarla a todo el mundo. Incluso para los «no tan fans» de Almodóvar por ser «un director demasiado especial», Dolor y Gloria fácilmente os gustará.
Una caja abierta de recuerdos que definen lo más importante del director de una manera poéticamente discreta, donde todos los excesos son únicamente visuales a través de esta estética tan peculiar y creativa de Almodóvar, unidos en un final redondo que da sentido a absolutamente todo.
Sin duda, Dolor y Gloria será una de aquellas películas de Almodóvar que pasará a la historia. Por ser geométricamente tan redonda, desde su principio hasta su final. Sin duda, la marca Almodóvar llega a su cúspide con este gran film: esto es lo que pueden hacer los grandes directores, crear una autobiografía tan completa con aparentemente tan poco.
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