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Reseña de SIN DESTINO de Imre Kertész

Testimonio de un superviviente de un campo de concentración nazi: reflexiones y reseña de SIN DESTINO de Imre Kertész.

<<Si existe la libertad entonces no puede existir el destino, por lo tanto, nosotros mismo somos nuestro propio destino.>>

Imre Kertész es un escritor húngaro y superviviente de los campos de concentración nazis, en concreto del campo de Buchenwald en Weimar. En este post os traigo la reseña de SIN DESTINO, su obra que comparte su testimonio en el campo de concentración.

Ganó el Premio Nobel de Literatura en 2002 por ser un escritor de una «obra que conserva la frágil experiencia del individuo frente a la bárbara arbitrariedad de la historia». El Premio lo convirtió en el primer escritor húngaro en obtenerlo.

Cuando busco fotos de los autores, me gusta pensar qué me transmiten sus miradas. La mirada de Imre es diferente y muy profunda. Para mí, una persona de otro mundo, una persona con quien jamás podré empatizar porque hemos vivido cosas muy distintas y nunca sería capaz de imaginar todo lo que sufrió. Honestamente, creo que es un insulto decir que podemos empatizar con personas supervivientes a tal tipo de horrores. Miro una foto de Imre y siento que se me ponen los pelos de punta.

Imre Kertész de joven y adulto: reseña de SIN DESTINO.

Sinopsis

Historia del año y medio de la vida de un adolescente en diversos campos de concentración nazis (experiencia que el autor vivió en propia carne), Sin destino no es, sin embargo, ningún texto autobiográfico. Con la fría objetividad del entomólogo y desde una distancia irónica, Kertész nos muestra en su historia la hiriente realidad de los campos de exterminio en sus efectos más eficazmente perversos: aquellos que confunden justicia y humillación arbitraria, y la cotidianidad más inhumana con una forma aberrante de felicidad. Testigo desapasionado, Sin destino es, por encima de todo, gran literatura, y una de las mejores novelas del siglo XX, capaz de dejar una huella profunda e imperecedera en el lector.

Empezamos con la reseña del libro ‘Sin destino’.

Una lectura casi obligatoria

Me gustaría comenzar diciendo que es un libro que recomiendo a todo el mundo. Voy a explicarme: a menudo muchos de vosotros me preguntáis por libros, aunque no seáis lectores voraces, de repente os sale de dentro la intención de leer uno. No suelo recomendar mis libros favoritos porque quizás son demasiado literarios para alguien que quiere leer algo que le <<enganche>> y que no está acostumbrado a este género. Entonces, normalmente recomiendo algo más comercial y actual que me haya gustado. Pues bueno, a partir de ahora voy a dar diferentes opciones: un bestseller comercial y libros como Sin destino.

Se trata de una novela corta de fácil lectura – aunque bastante dura- que se lee en tres días, y que tendría que ser de lectura obligatoria. No solamente engancha al lector sino que tiene un valor cultural añadido que permite al lector profundizar más en aspectos de la Segunda Guerra Mundial, que son, ni más ni menos, que los campos de concentración nazis.

Una narración no influenciada por el trauma

Hay muchísimos libros y documentales sobre los campos nazis pero justamente este, el de Imre Kertész, fue reconocido con un Premio Nobel de Literatura. Un poco parecido a lo que pasó con Herta Muller, autora de Todo lo que tengo lo llevo conmigo (aquí tenéis la reseña), obra que narra la persecución sufrida por los alemanes rumanos en tiempos de Stalin. La autora también ganó el Premio Nobel de Literatura en 2009.

Es imposible no relacionar los dos libros, que tratan un tema muy similar pero desde perspectivas totalmente distintas: mientras que Muller narra la experiencia de Leo en un campo de concentración a través de una prosa más poética y con la intención de mostrar las deformidades del alma en un campo de concentración, Imre parte de su experiencia (casi) autobiográfica y nos cuenta su experiencia tal y como la vivió, sin reflexiones ni sentimientos influenciados a posteriori.

Imre Kertész logra hacer algo que yo considero casi imposible. Todos sabemos qué fueron los campos de concentración: el mayor exterminio de la historia, una masacre inhumana e injustificada, una aberración de las mentes humanas que llevaron a llevar a cabo tal holocausto. Todos hemos aprendido en clase de historia o visto documentales sobre el día a día inhumano de los judíos en los campos de concentración: las cámaras de gas, el desalmado trato hacia los judíos, las enfermedades, las separaciones de familia.

En cambio, Imre Kertész nos cuenta su experiencia de una manera que consigue que el lector piense que los campos de concentración no eran tan crueles como nos lo han contado. ¿Por qué? Porque el escritor nos lo narra poniéndose en la piel de aquel adolescente de quince años que ingresó en el campo de concentración, con un instinto de supervivencia que lo obligó a adaptarse fácilmente a las nuevas condiciones, y un inconsciente rayo de esperanza que nunca desapareció. Como bien dice la sinopsis: confundir la cotidianidad más inhumana con una forma aberrante de felicidad.  Porque es mucho más fácil para sobrevivir valorar lo que tienes en aquel momento que no hacerlo, engañarte y pensar que lo que estás viviendo no es un infierno. El autor, en sus últimas páginas, que narran su salida del campo y su vuelta a casa, deja paso a las reflexiones y gradualmente, va tomando consciencia de todo lo que ha vivido: <<De todas formas – añadí – yo no me di cuenta de que eran horrores.>>

Aferrarse a la vida es lo único que les quedaba a los presos y el escritor nos lo transmite constantemente: <<en mi interior identifiqué un ligero deseo que acepté con vergüenza -porque aun siendo absurdo, era muy persistente -, el deseo de seguir viviendo, por otro ratito más, en este campo de concentración tan hermoso.>>

Este libro me ha hecho llorar en distintas ocasiones. Cuando comparas lo que has aprendido de los campos de concentración y lo comparas con la historia narrada de Imre, quien básicamente normaliza su rutina de preso, no puedes evitar sentir un golpe en el pecho al darte cuenta de cómo la mente y el cuerpo se deforman y se aferran a lo poco que les queda para seguir viviendo. Imre en ningún momento insulta a los alemanes o se lamenta por estar encerrado en el campo de concentración: él vive, sigue órdenes, con la esperanza de seguir viviendo. Ya no es la esperanza de pensar en un futuro, sino la esperanza de vivir un día más, y para conseguirlo, se engaña inconscientemente y cree que su día a día no es tan cruel. Es muy duro leerlo.

Estructura del libro

Esta reseña de SIN DESTINO sigue con la estructura de la novela, dividida en tres partes que, aunque no estén marcadas, es fácil identificar: la primera, donde Imre ingresa en el campo de concentración; la segunda, su experiencia en el campo, que sería un poco a todo lo que he apelado anteriormente, y la tercera, su vuelta a casa.

Hay un cambio importante en la manera de narrar de Imre entre la primera y la segunda parte: cuando él, como adolescente, ingresa en el campo, el tono es mucho más esperanzador y lleno de inocencia. El escritor hace mucho más presente el concepto de esperanza para luchar contra la aceptación de su realidad que está a punto de vivir: ingresará en un campo de concentración. Por ejemplo, cuando en Auschwitz los dividen en dos grupos: los viejos y enfermos que no pueden trabajar, y los jóvenes y más sanos que serán trasladados a un nuevo campo de concentración. Pues Imre se siente vencedor cuando lo ponen en el grupo de trabajo, como si de un halago se tratara. Aunque mucho más desalentador es cuando Imre llega a Auschwitz y ve a todos los presos, vestidos con el uniforme de rayas, y se pregunta por los crímenes que habrán cometido. No será hasta la entrega del uniforme que se dará cuenta de que él también es un preso.

También me ha sorprendido la reacción final de nuestro protagonista. Ha vuelto a casa y como bien le anima la familia Fleischmann, ahora es el momento de empezar de cero, de comenzar una nueva vida. Imre parece enfadado ante tal afirmación y se limita a pensar que nunca empezamos una nueva vida sino que seguimos viviendo la misma de siempre.

Conclusión

No era gratuito cuando decía que la prosa de Imre es casi imposible. Bueno, no lo es si nunca has estado en un campo de concentración y escribes sobre esto. Pero un superviviente al holocausto, que sea capaz de contarnos su vivencia tal y como la vivió, es decir, desde una normalización de la crueldad aberrante y sin estar condicionado por los brutales recuerdos a posteriori, sin que las memorias interfieran en el relato, es un ejercicio muy difícil.

Animo a todo el mundo a leer este breve relato. Tiene un argumento cronológico que engancha al lector, aunque no os prometo que las páginas sean fáciles de leer. Se describen situaciones muy duras. Y lo que impacta no es la descripción visual de estas porque es nula, sino la manera de narrarlo de Imre, desde una perspectiva tan inocente y esperanzadora que da miedo.

Termino esta reseña de SIN DESTINO con esta bella frase de Imre, una pequeña reflexión en medio del horror del campo de concentración:

<<Es un hecho demostrado que nuestra imaginación permanece libre incluso en condiciones de privación de libertad.>>

Cubierta del libro SIN DESTINO

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Sin destino (Acantilado Bolsillo)

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