Aquí estoy, después de un largo descanso de verano, vuelvo con la reseña de El tiempo que nos une, de Alejandro Palomas. Tengo un total de seis reseñas acumuladas pero poco a poco las iré sacando…
Si habéis cotilleado un poco mi blog, os habréis dado cuenta de que me inclino más hacia la literatura clásica, la literatura más pura, y que pocas veces opto por novelas contemporáneas o autores actuales. Uno de mis propósitos a principios de este año era intentar combinarlos, ya que es injusto para los nuevos escritores, así que septiembre empieza con Alejandro Palomas, uno de los escritores españoles más aclamados hoy en día. Lo descubrí cuando entré a trabajar en la agencia literaria donde lo representan y la verdad es que ha sido una gran sorpresa para mi.
Ya os comento desde entrada que la novela El tiempo que nos une me ha encantado. Es un libro muy intenso y lleno de dolor. A pesar de sus 576 páginas, el libro se lee en un momento, aunque a veces tropiezas con tanta intensidad que como lector te ves obligado a frenar un poco para procesar toda la información. Es un libro de estos que deja cicatrices.
Palomas confesó que El tiempo que nos une es de sus primeras novelas y aun así, la mejor que ha escrito. No sabe si volverá a escribir algo similar. Fue tal su declaración que no pude resistirme a leer este libro, a pesar de que sus éxitos más reconocidos son Un hijo y la de momento trilogía Una madre, Un perro y Un amor. ¿Empezamos con esta reseña de El tiempo que nos une?
Sinopsis
Mencía tiene noventa años, y aunque está cansada y la edad no perdona, sigue en guardia, rabiosamente empeñada en velar “por los suyos” a cualquier precio, hasta que el tiempo y las fuerzas se lo permitan. Menorca, Madrid, Barcelona, Copenhague…, ningún lugar es demasiado lejos si hay que acudir en ayuda de la callada Lía para que acepte la muerte de su hija mayor y librarla por fin de la culpa que no la deja vivir, o de la arisca Flavia, para que apueste por su propia felicidad en el otro extremo del mundo y conozca por fin un amor que la haga grande. Nada ni nadie será capaz de poner freno a la inconmensurable Mencía cuando, sacando fuerzas de flaqueza, decida salvar a su nieta Inés de un triste final y la recupere para la vida, ni cuando se empeñe en labrar para Bea y su pequeña Gala un futuro mejor por el que nadie parece apostar.
Reseña El tiempo que nos une
Para que entendáis mejor, el árbol genealógico quedaría así: Mencía tiene dos hijas, Flavia y Lía. A su vez, Lía es madre de Helena, quien murió hace años, de Inés y de Bea.
Como bien he comentado al principio, es un libro muy intenso que te hará reflexionar sobre el concepto de familia. Deja cicatrices cuando lo terminas y te voy a explicar por qué y cómo lo consigue Palomas: tenemos a seis mujeres protagonistas y cada una juega su propio rol en la familia. No hay ningún personaje que el autor desprecie, todas las mujeres son tratadas con la misma igualdad. Aunque Mencía por su fuerte carácter destaca sobre las otras, Palomas no margina la historia de ninguna y conocemos a la perfección el pasado, el presente y sus dudas sobre el futuro de cada una de ellas.
Complicado conseguir esto con seis personajes principales, ya que muchas veces a los escritores se los tacha de crear unos personajes demasiado planos por falta de información y ausencia de expresión de emociones. Al contrario de estos autores, Palomas centra todas sus energías en que el lector conozca de arriba a abajo a sus seis protagonistas. Al fin y al cabo, El tiempo que nos une son ellas: sus historias, sus inseguridades, sus relaciones.
Una de las técnicas que utiliza Palomas para conseguirlo es dividir los capítulos no cronológicamente o por hechos sino por los nombres de nuestras protagonistas: así un rato te cuenta la historia Mencía, luego Flavia y luego Bea. Conocemos diferentes perspectivas de una misma situación, distintas opiniones de un hecho, diferentes reacciones a un mismo problema. De esta manera, Palomas ofrece varias cosas a sus lectores:
Por un lado, reflexionar sobre las relaciones familiares: este juego de perspectivas y sus diferencias de edad abren la mente del lector. Como hija, será más fácil comprender la posición de una madre o de una hermana, por ejemplo. Muchas veces no nos entendemos entre la familia y Palomas nos hace ver lo difícil que es expresarse muchas veces con quien queremos, decir lo que sentimos, hacer lo correcto para ellos y para nosotros. Ver las reacciones de nuestros personajes ante una misma situación logra abrirnos un poco la mente y reflexionar sobre el tema.
Como bien comentaba, Palomas logra desarrollar las historias de todas las mujeres a la perfección, tanto su trayectoria como sus emociones. Así que otra cosa que también ayuda en la reflexión es el hecho de sentirte identificado con uno de los personajes: cada una ejecuta un rol familiar y es fácil pensar «yo soy esta» y por lo tanto, todavía más sencillo reflexionar sobre tus propias relaciones familiares, sobre cómo mejorarlas o incluso comprender cómo te perciben los demás en el círculo familiar. En mi caso, soy claramente Inés. Ojalá fuera Mencía, ¿quién no quiere ser Mencía? Pero estas cosas no se eligen.
Los personajes es lo mejor que tiene esta novela: es imposible no enamorarse de Mencía quien, sin duda, tira del carro de toda la familia y aunque ofrezca muchas soluciones, también es portadora de muchos problemas. Es la mujer que más destaca de todo el libro y sobre quien siempre tienes ganas de leer. Mientras a los otros personajes les invade una sutil tristeza y aura oscura provocada por una trágica historia que marca la vida de todas, es increíble ver como Mencía carga con este peso y no cesará con su brusco humor ni su comportamiento alocado.
He repetido ya unas cuantas veces que la novela es muy intensa, ya tanto por las tragedias que ocurren como por las relaciones entre los personajes a raíz de los problemas. Mi sensación es que el escritor, al ser una de sus primeras novelas, tenía tanto a contar, tanto potencial dentro de su pecho, que quiso decirlo todo de golpe. La historia en si ya es muy dramática que a veces ciertos diálogos que comparten los personajes la hacen incluso demasiado intensa porque hay algo de filosofía y poesía en estos.
En mi opinión, se podría canalizar diferente toda esta intensidad y no presentarla tan evidentemente, ser más sutil. De todos modos, no es algo que me haya molestado para nada de la novela ni lo valoro tampoco como algo negativo, pero considero que los personajes, ya que están tan bien creados, podrían llegar a ser más reales y auténticos si suprimiéramos de sus diálogos este tono más filosófico. En El tiempo que nos une la intensidad ya viene dada por la propia historia y el presente de nuestros personajes que, en mi opinión, reafirmarlo con ciertas palabras no es tan necesario.
Conclusión de El tiempo que nos une
Dentro de unos años querré volver a leer este libro seguro y no puedo reprimir mis ganas de empezar a leer el resto de novelas de Palomas. Estoy segura que no me decepcionarán y que volveré a enamorarme de sus personajes. Es innegable que el autor tiene un don para crear personajes con alma y cuerpo. Y no tenemos que olvidar la habilidad de Palomas de crear todo este universo femenino siendo él un hombre, porque su empatía y sensibilidad que ha puesto en diseñar a estas mujeres es un esfuerzo como escritor que debe ser reconocido.
Recomiendo a todo el mundo este libro, es una pequeña joya.
Si te ha gustado esta reseña de El tiempo que nos une de Alejandro Palomas, no dudes en suscribirte al blog: