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Reseña de LA REPÚBLICA DEL VINO de Mo Yan.

El síndrome del lector borracho aparece en esta novela surrealista de Mo Yan: reseña de La República del Vino.

Escribir esta reseña de La República del Vino ha sido muy difícil escribir. Libros complicados requieren reseñas complicadas y es que lo complicado aquí ha sido valorar un libro tan surrealista y aparentemente absurdo.

Voy a empezar a lo grande: solo con una obra de Mo Yan, el autor chino se ha convertido en uno de mis favoritos del momento por su autenticidad y su técnica narrativa nunca vista anteriormente. Te pongo de ejemplo con otro escritor que me encanta: Ishiguro puede tener un arte increíble en la narración y en el terreno emocional, pero Mo Yan lo que hace es escribir diferente, excediendo cualquier límite. Trata un tema contemporáneo de la historia con un surrealismo impresionante, un estilo divertidísimo y satírico a más no poder. Lo que aquí conocemos como realismo alucinatorio. Empezamos con la reseña de La República del Vino.

El lector borracho

La República del Vino es un libro tan extraño que rompe con cualquier esquema narrativo. Un investigador llamado Ding Gou’er viaja a la tierra del licor para averiguar un posible caso de canibalismo de niños pequeños por parte de los habitantes de este lugar utópico donde se bebe todo el día.

La novela está estructurada a raíz de tres historias distintas pero aparentemente conectadas: la historia del investigador a la tierra del vino, una correspondencia de cartas entre el propio Mo Yan y un admirador, Li Yidou, que es especialista en licores y también escritor, y los escritos de este admirador que envía a Mo Yan para que le dé su opinión.

Este sería el resumen y hasta aquí todo bien y ordenado. Bajo la apariencia de un surrealismo cargado de imágenes y símbolos, hay más coherencia y crítica de lo que uno espera: pasa un poco como Alicia en el País de las Maravillas, que tienes que reconocer la crítica que hay detrás para entender lo absurdo y la sobrecarga de imágenes incoherentes e incesantes. Con un estilo único, divertido, muy grosero y explícito, Mo Yan crea una sátira política sobre el poder y la corrupción del país, de las clases sociales chinas y de los pecados como la gula, el alcoholismo y la lujuria. Tanto es su crítica, que el ritmo de la novela sigue esta decadencia y cada vez es más caótica, más confusa, más aparentemente absurda. Más borracha. El lector lee esta novela borracho: puede oler el vino desde su casa, lo puede beber a través del uso que Mo Yan ha escogido de las palabras. Os prometo que de verdad uno tiene la sensación de ir colocado cuando lee a Mo Yan.

Las últimas páginas, el gran monólogo del propio Mo Yan, son el clímax de todo este alcohol que como lector arrastras a lo largo del libro: unas páginas que se leen con prisa, sin signos de puntuación, pensamientos que entran y salen, reflexiones sin terminar. Por eso digo que Mo Yan escribe de manera diferente: no te hará llorar ni dominará tanto el terreno emocional, pero ¿quién ha conseguido emborrachar al lector con su libro? Ha sido una sensación diferente y sobre todo, muy visual durante las 451 páginas: un libro muy cinematográfico, una de estas películas que podría ser dirigida por directores vanguardistas.

Reseña LA REPÚBLICA DEL VINO de Mo Yan.

¿Qué es realidad y qué es ficción?

A lo largo de la novela te preguntarás a menudo qué es realidad y qué es ficción.

Las cartas entre el admirador y Mo Yan parecen muy reales y muy normales en un principio, el lector realmente cree que estas cartas han existido en el mundo real y que han inspirado a Mo Yan para la República del Vino. ¿Os confieso algo? Todavía no lo sé, porque al principio todo tiene coherencia y parece que hay una amistad creciente entre ellos, pero luego todo se vuelve extraño.

Se trata simplemente de un admirador que manda sus escritor a Mo Yan para que los lea, y entre capítulo y capítulo, Mo Yan nos cuela los escritos del admirador. Son algo turbios, oscuros y sobre todo absurdos. También están relacionados con la Tierra del Licor y te cuenta historias cortas sobre este mundo desconocido. Hasta aquí, uno como lector no entiende muy bien a qué llevará todo esto pero va escuchando.

Mo Yan, a mi parecer, juega a confundir el lector: uno empieza a dudar de la realidad de las cartas cuando se menciona la Tierra del Licor como lugar existente, cuando se habla de Yu Yichi – un enano de la novela de Mo Yan- como una persona que existe en el mundo real pero sobre todo cuando la correspondencia entre los dos deja de ser en escrito y se convierte en un encuentro físico. Mo Yan aparece en la Tierra del Licor por invitación de Li Yidou donde sufrirá un destino igual que su protagonista Ding Gou’er, quien ha fracasado totalmente en su misión de destapar el canibalismo de niños pequeños: Mo Yan, que venía como invitado especial y con el objetivo de encontrar inspiración para el final de su novela, acaba borrachísimo como todo el mundo y se llena la cabeza de resaca y muchas preguntas sobre la vida.

La supresión del héroe.

«Tenía pensado que Ding Gou’er fuera un agente especial con casi poderes sobrenaturales, un hombre de talento brillante y extraordinario; sin embargo ha acabado siendo un borracho inútil.»

¿No es brillante este final? Mo Yan, quien acepta visitar la Tierra del Licor con la intención de encontrar otro destino mejor para su protagonista… Y lo único que consigue es acabar como él, igual de borracho, igual de fracasado y desgraciado, echado por el suelo. Es el final perfecto, todo redondo, el punto final para una sátira política de este nivel.

Mo Yan elimina cualquier figura de héroe y lo diseña con un destino demasiado realista. Y por si no había quedado claro la crítica, Mo Yan se planta él mismo en la novela, se convierte en un segundo protagonista cuando Ding Gou’er de su propia novela está ya a punto de hundirse, y en vez de cambiar las cosas, en vez de solucionar lo que Ding Gou’er no ha podido hasta ahora, termina de llevarlo todo hasta el fondo. Brillante esta técnica de estar perdido por no saber cuál será el correcto final para tu libro y te inventas una segunda historia que, a no ser por la brutalidad de las imágenes y la dimensión surrealista, como lector te la podrías creer perfectamente. Genial como primero cae Ding Gou’er y después el propio Mo Yan, derrotado. Y fin, así termina el libro, con el monólogo que mencionaba al principio con cada letra rellena de alcohol.

(alzando la copa)

Después de esta reseña de La República del Vino, solo os puedo decir que os compréis una botella e iniciéis esta aventura surrealista al lado de Mo Yan.

¡A vuestra salud! ¡Que lo disfrutéis de la misma manera que yo!

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LA REPÚBLICA DEL VINO (BOLSILLO)

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