La cultura de los likes va invadiendo poco a poco todos los sectores, incluso aquellas artes más puras que hasta hace poco se dignificaban, como la literatura. En este post, valoraremos los puntos positivos y negativos de este acontecimiento que cada día toma más fuerza. Os adelanto que intentaré ser lo más objetiva posible, pero dado que trabajo en el sector editorial y lo vivo desde mucho más cerca, creo que será tarea difícil.
Antes de todo, para los que no sepáis de qué va el tema, os pongo en contexto: las editoriales han visto una gran oportunidad en estas personas con miles y millones de seguidores. Se fijan en la cantidad, ven números positivos. A día de hoy, independientemente del tipo de contenido, es muy probable que casi todos los influencers del mercado hayan recibido una propuesta por parte de una editorial para escribir un libro, con unas condiciones mucho más favorables que la mayoría de escritores (es decir, mayores regalías, por ejemplo). Gracias a su número de seguidores, el libro se colocará rápidamente en las listas de los más vendidos. Voy a tomar como ejemplo la lista oficial de los libros más vendidos esta semana en Cataluña (género juvenil):
Todos, absolutamente todos, son libros de influencers. Y os puedo asegurar que es así cada semana. Esta lista corresponde al género juvenil mientras que en los rankings de libros para «adultos» también podemos encontrar algún influencer que se ha colado, sobretodo en el género de la no ficción, aunque no es tan extremo como es el caso de la literatura juvenil e infantil.
La parte positiva
La industria del libro es cara. Es decir, el proceso de edición, fabricación y distribución tiene un alto coste que no se ve del todo reflejado en el precio de los libros. Porque aunque puedan parecer caros, podrían serlo mucho más en relación al coste de fabricación.
Lo resumiría algo así como: la industria del libro mueve mucho dinero pero hay tantas partes con quien repartir los beneficios, que la proporción individual es bastante baja.
Las editoriales, pues, principales protagonistas de todo este proceso, juegan un poco a compensar costes gracias a esta nueva oportunidad que se les ha presentado: los libros de influencers. Normalmente, apuestan por libros de influencers las editoriales más grandes; en el caso de España, Planeta y Penguin Random House. Gracias a estos libros, no solo ganan dinero que, por supuesto, es el objetivo primario, pero también tienen margen para seguir apostando por los escritores «sin seguidores». Los libros de influencers, nos guste o no, mueven mucho dinero y mantienen vivo el sector editorial. Juntamente con los bestsellers del momento, la editorial consigue mantenerse en pie y triplicar sus beneficios para seguir ofreciendo a los lectores de siempre nuevos libros y seguir ampliando su catálogo de escritores. Porque subir el precio de los libros solo afectaría negativamente a los lectores de siempre, así que han tomado esta otra estrategia.
¿Hay necesidad de que una editorial como Penguin o Planeta reclute a influencers para ganar beneficios? ¿Se quedarían en números rojos si no los tuvieran? Por supuesto que no, pero estas editoriales enormes tienen miles de sellos propios que apuestan por muchísimos escritores, algunos de los cuales van funcionando y otros que no. Sin este margen extra de beneficios, dudo que pudieran permitirse el lujo de publicar a tantos escritores e ir experimentando con nuevas voces de la escritura.
La parte negativa
Cuando eres influencer y una marca se pone en contacto contigo para colaborar, cada uno debe decidir si el producto va acorde con lo que hace o transmite a su público. ¿Por qué con la industria del libro tiene que ser distinto?
Es como los influencers que los invitan a premieres de cine y no son capaces de, yo que sé, numerar las películas que ha dirigido Tarantino. Sí, es promoción, es «trabajo», pero hay ciertas cosas que yo si fuera influencer y me encontrara en la misma situación, no podría aceptar por una cuestión de principios. Tener la oportunidad inminente de escribir, publicar y colocar tu libro en las mejores listas, es pasar por delante de aquellos escritores que llevan años intentándolo y que aún si consiguen publicar, no pueden vivir de ello.
Hay un Youtuber que sigo, Sebas Mouret, quien ha explicado en alguna ocasión que le han propuesto escribir un libro pero él se ha negado, porque cuando quiera escribir uno, quiere hacerlo bien, sin presiones de la editorial. Esto es tener ética propia. Respetar el sector y no publicar cualquier cosa para generar un dinero que, probablemente, no necesitas. Y más cuando la editorial ya te propone el proyecto, es decir, que tu creatividad y tu función como escritor queda casi anulada. Tu simplemente te dedicas a firmar libros y a cobrar.
No quiero poner a todos los influencers en el mismo nivel, porque seguro que hay muchos que pueden aportar cosas positivas. Simplemente se trata de saber escoger la decisión correcta y esto depende exclusivamente de cada influencer, no de un contrato. ¿Qué aportará mi libro? Si tienes 20 años y vas a escribir un libro sobre tus memorias, no lo respeto. Vas a venderlo como churros pero estás maltratando al sector. Si en tu canal de Youtube te dedicas a hablar de cómics porque eres un gran seguidor desde pequeño e incluso los dibujabas y ahora publicas tu propio, no me parece mala idea para nada. Si llevas un año dando lecciones mindfulness en tu Instagram y escribes un libro dando lecciones como si fueras una experta del tema, quizás estás ofendiendo a alguien que lleva haciendo este trabajo toda su vida y no es necesario hacerlo. Todo depende de la calidad del libro y tu respeto propio por el sector.
El caso más extremo es el de los poetas instagramers. Percibo una confusión respecto el concepto poeta de toda la vida. El mundo cambia y se va readaptando, sí, pero como bien comentaba, la pureza de las artes se encuentra en su esencia, sus principios, y si este desaparece, no hablamos de lo mismo. Ahora todo el mundo se cree poeta o escritor, y con plena satisfacción comparte sus prosas minimalistas en las redes sociales en una foto bonita y así alimentar la cultura de los likes. Si tu tienes un millón de seguidores y una editorial te contacta para hacer un libro, ya he dado mi opinión al respecto. Pero al revés no lo comparto: generar muchos seguidores con la intención primaria de publicar algún día un libro de poesía con una cubierta moderna y preciosa, y presentar tu CV a la editorial como que eres el nuevo escritor de moda. Textos vacíos, sin carisma, y lo más importante, sin un background cultural. Porque muchos escriben por escribir, sin saber nada de poesía ni tener referencias culturales. Percibo esto como un ataque a la literatura, un insulto a los poetas y a los escritores de verdad, pero sobretodo, siento tristeza al ver que el arte se difumina, se confunden los conceptos, se mezcla con ingredientes con los que no debería… Se pierde. Me niego a aceptar que es el nuevo arte porque no me emociona ni me transmite nada. Sin embargo, se hacen escuchar y no precisamente por su calidad.
La promoción por parte de las editoriales
No toda la culpa es de los influencers, claro que no. Mientras que respeto totalmente las decisiones de las editoriales por publicar sus libros, no respeto tanto el protagonismo que les dan a nivel promocional.
En este caso, sí que pienso que las editoriales tendrían que ser más equitativas con sus catálogos a la hora de promocionar sus títulos. Normalmente, veremos como destacados en sus redes o en las librerías los 5 bestsellers que lo están petando y los libros de los influencers. Ya se venden solos; de hecho, has contratado al influencer porque tiene muchos seguidores. Quizás darle tanto protagonismo no es necesario.
Yo no soy escritora pero puedo sentir la impotencia y la frustración por parte de los escritores que no solo luchan por publicar, sino por vender y sacar algo de beneficio con su obra. Duele ver las colas de Sant Jordi, como autores que llevan más de 20 años escribiendo están vacías, y el influencer de turno tiene horas y horas de cola. No sé cuál es la manera correcta de hacerlo. Es cierto que el catálogo de una editorial es infinito y dar voz a todos por igual es casi imposible, pero propongo una reflexión.
El sector del libro está vivo. Los lectores somos muy fieles a él y sentimos lo que sienten los escritores que leemos. Es frustrante y a la vez confuso, pero hay maneras de mantener el respeto hacia el mundo de los libros. Creo que la mayoría de editoriales independientes son un gran ejemplo a seguir pero sin los monstruos editoriales mantenerse en pie también es difícil. Parte del problema es una cuestión de ética personal por parte de cada uno, no tanto de contratos y beneficios, y empatizar con los escritores más entregados antes de tomar una decisión.
Foto principal: neostuff.net