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Crítica de LA INNEGABLE VERDAD (I know this much is true)

Hoy toca drama. Pero drama dramón. Para la edición de los Emmys 2020, la miniserie de seis capítulos ha sido nominada y también su protagonista Mark Ruffalo, que como veremos a continuación, su nominación podría incluso ser “doble”. Hoy os traemos la crítica de La Innegable verdad (I know this much is true), dirigida por Derek Cianfrance y adaptación del libro de Wally Lamb.

Mark Ruffalo hace un papel realmente especial y, probablemente, será él quien se alce con el Emmy a mejor actor de miniserie por interpretar a Dominick y Thomas. Sí, dos personajes que son dos gemelos idénticos, pero uno nació en Nochevieja el año 1949 y el otro el 1 de enero del 1950. Antes de empezar con esta crítica de la Innegable Verdad, a modo de anécdota creo que es interesante mencionar cómo Mark Ruffalo logró hacer de los dos gemelos: primero, el actor grabó siendo Dominick con su físico habitual y luego pasó seis semanas comiendo sin parar e ignorando su rutina de hidratación facial para ser Thomas, quien se ve notablemente que está más gordo y dejado. Ahora sí, seguimos.

La serie gira alrededor de Dominick, un hombre muy normal con tendencia depresiva que todavía lidia con traumas de su pasado que sufrió con su ex mujer y que vive eternamente ansioso por no saber quién es su padre de verdad.

Pero sobre todo, Dominick pone toda su atención en su hermano gemelo Thomas, quien tiene esquizofrenia paranoide y requiere una atención especial. Dominick luchará día a día para que su hermano esté en las mejores condiciones: toda su energía la pone en cuidar de Thomas, consciente del desgaste emocional y la dependencia que esto genera.

A pesar de ser Thomas quien tiene problemas mentales, la Innegable Verdad ha querido dar mucho más protagonismo a Dominick: no es un drama sobre la esquizofrenia ni mucho menos, sino que trata sobre el amor y la familia, sobre las decisiones de Dominick, quien renuncia a su vida más íntima y a su libertad para estar al lado de su hermano. Al fin y al cabo, una historia sobre el valor humano. Hay que tener claro que el enfoque de la miniserie nunca es que Thomas supone una carga para Dominick y que este lo culpa de la vida que le ha tocado cargar; esta sería una lectura de lo más errónea.

Este primer punto, que la serie gire alrededor de Dominick, me ha parecido de lo más interesante y una buena decisión para evitar caer en una historia más sensacionalista de ver al hermano esquizofrénico “en acción”.

Dominick por si solo ya es un personaje de lo más complejo y eclipsa la pantalla: sin ver la serie, te imaginarás a un hombre dulce y afectivo que cuida de su familia. Sin embargo, Dominick es prepotente, su paciencia tiene límites y es un negador de la verdad. Estas características hacen que el personaje sea todavía más interesante. Más que interesante, real. La evolución de Dominick para aprender, ya no a aceptar su realidad, sino a convivir con ella de una forma más relajada y sin estar enfadado con el mundo, será el objetivo final de la serie.

Sin embargo, la Innegable Verdad no termina aquí con los problemas de esquizofrenia de Thomas. Hacía tiempo que no veía un drama tan duro y miserable, sin ningún tipo de piedad ni hueco para el humor o incluso la esperanza (a excepción de la imagen final). No es ninguna sorpresa que la miniserie sea obra del director de Blue Valentine, una de las historias de amor más tristes del cine de los últimos años.

Dominick tendrá que afrontar varias tragedias y fantasmas del pasado que irán sucediendo a lo largo de los seis episodios mientras que intenta hacer malabares cuidando de Thomas. Es dura, muy dura. Quizás lo es tanto que algunos de los últimos sucesos más trágicos se ven ya demasiado irreales. Un poco de piedad con Dominick y con el espectador, por favor. 

De todos modos, la Innegable Verdad me ha cautivado: tanto por ver a Mark Ruffalo en esta brillante interpretación, lejos de papeles más superficiales como Hulk, como por la fotografía y el guión. Probablemente hubiera reducido el tiempo de las escenas del pasado italiano (las del inicio del episodio 5; si lo habéis vista ya me entenderéis) y suavizado el drama para darle algo más de esperanza como vemos en los últimos tres segundos de la serie.

En conclusión, La Innegable Verdad (I know this much is true) es un drama brillante pero dudo que esté hecho para cualquiera: insisto que es miserable y duro de ver, y como espectador puedes ahogarte al ver tanta tristeza sin pausa.

Sin embargo, ver a Mark Ruffalo lo compensa y estaría feliz de verlo con el Emmy. Tampoco sería justo no mencionar al resto del reparto, ya que todos están a la altura: desde Philip Ettinger, quien también hace el doblete de Thomas y Dominick adolescentes, hasta Kathryn Hahn (exmujer de Dominick), John Procaccino (padrastro de Dominick y Thomas) y Melissa Leo (la madre).

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