Con la excusa del verano, hacemos un repaso por las playas literarias más importantes que inspiraron a escritores. Muchas playas han resultado ser el escenario de grandes novelas.
Playa del Pilar, Cayo Guillermo (Cuba) – El viejo y el mar de Ernest Hemingway
El clásico de la literatura universal nos presenta una de las playas literarias más famosas. El viejo pescador de La Habana nos lleva hasta Cayo Guillermo, el escenario donde el protagonista cogerá su barco y se adentrará en el profundo océano, donde tendrá lugar la lucha con el enorme pez. Hemingway era un gran enamorado de Cuba, tanto de sus playas como de la gente y sus bares, así que no es extraño que su libro de más éxito se haya inspirado en esta exótica isla.
Si todavía no has leído El viejo y el mar, puedes leer nuestra reseña.
Chesil Beach (La Costa Jurásica, Inglaterra) – En la playa de Chesil de Ian McEwan
Tal y como el nombre indica, la novela de Ian McEwan tiene lugar en esta parte de la Costa Jurásica, situada en Inglaterra. Su nombre se debe a la gran riqueza en restos fósiles que contiene, y es precisamente este valor que hizo la Costa merecedora de entrar en la lista de lugares considerados Patrimonio Natural de la Humanidad. Sin duda, un lugar donde sentir la fuerza de la naturaleza.
Venice Beach (California) – Light my fire de Ray Manzarek
El teclista del mítico grupo The Doors escribió este libro que repasa la trayectoria de la banda musical. Venice Beach es el primer punto de encuentro donde los miembros de The Doors se conocieron y decidieron dar el salto para montar la banda. Aunque no es un libro literario estrictamente hablando, Venice Beach se ha convertido en una de las playas literarias más importantes, ya que Light my fire es considerado el mejor libro de la banda musical, y se ha convertido en uno de los libros más populares de todos los tiempos en este género concreto.
Playa de las Canteras y Santa Catalina (Las Palmas de Gran Canarias) – Miss Marple y los trece problemas de Agatha Christie
Agatha Christie llegó a las Palmas el año 1927 con una tremenda crisis de nervios y se alejó en el Hotel Metropol. Allí se sentía como en casa y parte del relato La señorita de compañía (relato que se incluye en el libro Miss Marple y los treces problemas) se ha ambientado en las playas de Las Palmas, como la de las Canteras y Santa Catalina. En esta novela, Agatha Christie quiso rendir tributo a los muchos médicos británicos que visitaron Canarias y que con sus escritos sobre la benignidad de su clima colocaron las islas en un pedestal.
Playa de Upton Towans (Inglaterra) – Al faro de Virgina Woolf
Esta playa de Cornualles y su faro en la cercana Isla Godrevy son considerados la inspiración de la novela de Woolf, Al faro. La autora utilizó recuerdos de su infancia para escribir esta novela, ya que de niña pasó muchas vacaciones en una casa de St. Ives, desde donde veía el faro.
Finalmente, el faro de Woolf y la propia playa se subastaron con una base de unos 80.000 dólares.
La Riviera Francesa – Suave es la noche de F. Scott Fitzgerald
Aunque no se trata de una playa concreta, el escritor americano Fitzgerald encontró mucha inspiración en la llamada Costa Azul: Suave es la noche está ambientada en la Riviera Francesa, novela que escribió mientras se alojaba en el prestigioso Hotel Cap-Eden-Roc (próximamente, post de hoteles literarios). Allí también finalizó su obra El Gran Gatsby (podéis leer nuestra reseña aquí). Desde entonces, la Riviera Francesa se ha asociado siempre a este escritor.
La Barceloneta (Barcelona) – Don Quijote de la Mancha de Cervantes
¿Sabías que Barcelona es la única ciudad que visitan Don Quijote y Sancho? Concretamente en La Barceloneta es donde tiene lugar la batalla final entre el bachiller Sansón Carrasco, disfrazado de Caballero de la Blanca Luna, y Don Quijote. Después de su derrota, el Caballero de la Blanca Luna obligará a Don Quijote a volver a su aldea.
Tendieron don Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera que en la Mancha habían visto; vieron las galeras que estaban en la playa, las cuales, abatiendo las tiendas, se descubrieron llenas de flámulas y gallardetes que tremolaban al viento y besaban y barrían el agua; dentro sonaban clarines, trompetas y chirimías, que cerca y lejos llenaban el aire de suaves y belicosos acentos.
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