Ai, por dónde empezar. Qué maravilla esta cuarta temporada de The Crown. Con solo el trailer, el espectador ya podía entrever que se trataría de una de las mejores temporadas de la serie: la incorporación de Margaret Thatcher, con tanta guerra por dar, y la de la Princesa Diana, con tanto amor por dar, prometían y mucho. Hoy, por fin, os traigo la crítica de The Crown 4.
Cuando se estrenó The Crown, fue fácil enganchar al espectador con la historia de la Familia real británica: todo empezaba con esta coronación precipitada de la Reina de Inglaterra y los primeros años de su nuevo trabajo. Protagonizada por Claire Foy como la Reina Elizabeth y Matt Smith como el Príncipe Felipe, la primera temporada fue, sin duda, espectacular. No solo las interpretaciones en sí sino que también la química entre ambos actores (que, de hecho, estuvieron saliendo) cautivó a la audiencia. También ayudó la breve pero intensa presencia de Jared Harris como el Rey George, un actor que siempre se agradece ver en pantalla.
En mi opinión, a pesar de adorar a Olivia Colman, reconozco que en la tercera temporada eché de menos al dúo Claire Foy y Matt Smith como protagonistas de la serie. El Duque de Edimburgo pasó a un segundo plano en un papel mucho más pasivo y conformista, interpretado ahora por Tobias Menzias, y Olivia Colman ocupó el trono, aunque me costó hacer la transición mental. La tercera entrega fue la más floja y lenta, a pesar de que las interpretaciones seguían siendo brillantes, pero faltaba revivir la historia una vez más. Y con esta cuarta temporada se han coronado.
La cuarta temporada básicamente cubre los años en los que Margaret Thatcher estuvo de Primera Ministra, es decir, del 1979 al 1990. Veremos cómo dos mujeres, por primera vez en la historia, son las únicas líderes del país y cómo, en vez de unir fuerzas, se resisten mútuamente. También contaremos con la esperada aparición de Diana Spencer, la mujer del Príncipe Charles y futuro Rey del país, y cómo su vida soñada se convierte en su peor pesadilla, mucho más pronto de lo que esperaba.
Sin duda, ellas dos, Gillian Anderson como Primera Ministra y Emma Corrin como Lady Di han sido brillantes y de lo mejor de The Crown hasta la fecha. Esta cuarta temporada ha sido muy inteligente y ha dado los minutos de protagonismo que se merecían a cada una de esas mujeres. Sin olvidar, por supuesto, a la Reina Elizabeth que sigue al mando ni tampoco se ha querido eclipsar a Helena Bonham Carter, dándole su merecido episodio de gloria con The Hereditary Principle.
Empecemos por Gillian Anderson, una actriz que ha demostrado ser versátil. Ya se ha abierto el debate de quién ha hecho mejor de Margaret Thatcher en la ficción, si Anderson o la gran Meryl Streep en The Iron Lady. Reconozco que no he visto la película pero sí que puedo decir que Streep es la actriz referencia de la década, y ya por el simple hecho de comparar sus dos interpretaciones, se intuye que Gillian Anderson lo ha bordado. Esta también ha sido mi impresión, y además le ha dado un toque cómico que he considerado muy acertado. Me gusta cuando los actores no solo ‘imitan’ al personaje en una película/serie biográfica sino que también tienen la capacidad de darle su pizca de autenticidad sin desviarse.
Sin embargo, creo que es Emma Corrin quien se ha coronado y cuya carrera acaba de despegar bien fuerte. También pienso que es ella la merecedora del Emmy de este año. Su interpretación como Diana Spencer me ha conmovido de forma brutal. Cada vez que salía en pantalla, sentía unas enormes ganas de llorar: desde el primer momento, se nos presenta una Diana con un final, una vida corta que está a punto de terminar por una muerte que la acecha. Su energía, su brillo, su pasión que tan bien refleja Corrin transmiten al espectador una profunda nostalgia y dolor: en cada escena que aparece, simplemente no puedes superar el hecho de que próximamente ya no estará. Tampoco puedes superar la lástima por ella, de cómo una chica tan joven y con tantas ganas de comerse la vida, de repente se ve encerrada en su habitación mientras su mundo se derrumbe a la vez que sus expectativas.
Por supuesto, también mencionar su gran compañero de trabajo, Josh O’Connor, como Prince Charles: sinceramente, me frustra no poder odiar a este personaje y la única razón que encuentro es que el actor me encanta. Me fascina él y me fascina el dúo con Emma Corrin.
No hay ninguna duda de que esta temporada ha sido de lo más emocionante para el espectador y de lo más polémica de cara a la Familia real. Mientras que las historias se presentan con mucha discreción y, en mi opinión, no hay una manipulación para posicionar al espectador en contra de la Casa Windsor (de hecho, yo, anti-monarquía, simpatizo más ahora que antes en parte gracias al reparto).
Sin embargo, es cierto que en esta cuarta temporada se tocan temas complicados y se da una visión de los hechos que no deja del todo bien a la Familia británica. Quien, por cierto, ya se ha manifestado en contra de esta temporada, sobre todo por las imágenes tan gráficas del trastorno alimentario de Diana y por dejar al Príncipe Carlos como “el malo de la película”. No es novedad que acusen a la serie de dramatizar exageradamente los sucesos.
Independientemente de esto, la polémica está servida: la famosa filtración de Margaret Thatcher en la que la Reina daba por primera vez su opinión polémica, la gestión de la relación entre Carlos y Diana, tan fría y poco humana, las burlas de la Casa Real a la Primera Ministra, la crueldad y el poco amor que la familia tiene hacia Diana, la infidelidad con Camille… Y como no mencionar un episodio sublime, el protagonizado por Michael Fagan, donde hay una clara intención de unir los dos mundos: el real y el de la burbuja donde vive la Familia real.
Además, ya no sé si me desvío demasiado o qué, pero ahora que también han aparecido los hijos menores, Edward y Andrew, identifiqué un pequeño guiño que tampoco deja muy bien a los vertederos Winston. Andrew, el hijo polémico por estar ligado con el caso Epstein de abusos de menores, se nos presenta como el favorito de la Reina Elizabeth quien, además, es consciente de que lo ve algo descarrilado y siente miedo de cómo puede evolucionar. Desconozco si es un ligero ataque a este futuro oscuro que todos ya conocemos del Príncipe Andrew y, a la vez, otra pullita para la Reina.
Aunque lo fuerte vendrá esta quinta temporada con la muerte de Lady Di: con los rumores que corren sobre su oscura muerte, de si fue accidentada o orquestada, tengo mucha curiosidad para ver como nos lo presenta The Crown.
En mi opinión, ya para terminar esta crítica de The Crown 4, esta última temporada ha sido la mejor, tanto por las interpretaciones como por la forma de contar la historia. Algo a destacar es que he apreciado que no se mezclen los temas: como decía al principio, cada uno de los personajes tiene su protagonismo como es debido, y en un episodio no se combinarán tramas de Margaret Thatcher con las de Diana ni las de la Reina Elizabeth. Una trama por episodio y creo que esta fórmula funciona perfectamente para poder conectar mucho más con los personajes.
Y como tuve que hacer en su momento y despedirme de Claire Foy y Matt Smith, en esta próxima entrega voy a echar de menos a mucho más actores y actrices, como Olivia Colman, Helen Bonham Carter, Josh O’Connor, Gillian Anderson y Emma Corrin quienes, en mi opinión, han sido los más destacados de estos dos últimos años.
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