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Reseña UN ARTISTA DEL MUNDO FLOTANTE de Kazuo Ishiguro

Reseña de la segunda novela de Ishiguro, Premio Nobel de Literatura (2017), Un artista del mundo flotante

Ishiguro es uno de mis escritores favoritos y con la lectura de Un artista del mundo flotante, ya son cinco las novelas que he leído del autor (¡me quedan solo dos!). Sin quererlo, creo desde el principio acerté con el orden para leer los libros de Ishiguro: Nunca me abandones, El gigante enterrado, Los restos del día, Cuando fuimos huérfanos. Y hoy os traigo la reseña de Un artista del mundo flotante (1986), su segunda novela.

Sinopsis

Ante la miseria de su patria, el artista Masuji Ono no estaba dispuesto a ser un artista únicamente para celebrar <<la búsqueda de la belleza>>, sino que puso su trabajo al servicio del movimiento imperialista que llevó a Japón a la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, mientras el viejo Ono lucha a través de las secuelas de esa guerra, sus recuerdos de su juventud y del “mundo flotante”- el mundo nocturno del placer, del entretenimiento y la bebida-  significan tanto una escapatoria como una redención. Ono hace un repaso de su historia personal que la convierte en un héroe y un cobarde pero, sobre todo, en un ser humano.

Reseña Un artista del mundo flotante

Ishiguro en esta novela vuelve a viajar a Japón, concretamente durante su época de postguerra. El país es un escenario recurrente en la literatura de Ishiguro quien, a pesar de tener la nacionalidad británica, su origen japonés y sus primeros años en el país inspiraron intensamente su literatura. 

Es fácil darse cuenta que Un artista del mundo flotante no es su novela más madura y que su progreso como escritor se percibe gradualmente en sus próximas obras. De hecho, me atrevería a decir que Los restos del día (1989), la novela que escribió a continuación, es una “versión mejorada”. A pesar de tener lugar en sitios distintos y tener un protagonista aparentemente tan diferente, hay muchos elementos en común que conectan ambas novelas.

Primero de todo, no solo presente en estas dos últimas novelas que mencionaba, sino en todas, está el elemento de la nostalgia. No conozco otro autor capaz de transmitir esta emoción mejor que Ishiguro; no sé cuál es su magia, su técnica como escritor, pero consigue un tono especial en su literatura, un color gris y amarillo que nos llevan de viaje al pasado con una profunda nostalgia y melancolía. Es una emoción difícil de trabajar que va más allá del uso de recuerdos, y de momento, Ishiguro se lleva el puesto número uno por su habilidad de profundizar en todo tipo de emociones y sentimientos.

We’re the only ones who care now. The likes of you and me, Ono, when we look back over our lives and see they were flawed, we’re the only ones who care now.

En este caso, el artista Ono, ya mayor, se enfrenta a un pasado ahora incomprendido y juzgado por las nuevas generaciones. Lo que él decidió en su momento como artista, para alejarse del “mundo flotante” y darle otro sentido a su carrera como artista, ahora vuelve en forma de reproches, dudas y preguntas sin respuesta. Por ejemplo, ¿tendrá su pasado algo que ver con el hecho de que a su hija Noriko le cueste encontrar marido? A través de su fantástica técnica como escritor, Ishiguro nos presenta un nuevo personaje redondo y completo y de gran profundidad psicológica: conoceremos todas sus emociones y recuerdos más importantes que ayudarán a dar sentido a la novela.

Como mencionaba, Ono no se diferencia tanto de Stevens, el mayordomo de Los Restos del Día: aunque Ono es un personaje más ambicioso y cuyas decisiones generaron un mayor “impacto” en la sociedad, ambos protagonistas nos invitan a recordar su historia, a conocer sus dudas y crisis, a observar su día a día con gran nostalgia. 

Sin embargo, Ishiguro va más allá de construir una simple novela donde el personaje sufre una crisis existencial o conflicto interno: el autor siempre encaja el protagonista en un contexto político que oriente y justifique las acciones y decisiones de los personajes. No son solo novelas introspectivas, de drama, sino que también hay detrás un mensaje político que recorre la historia de un país. Son novelas mucho más complejas y de pensamiento “global”; aquí está también el valor diferencial de Ishiguro. En el caso de Ono, pues, se trata del Japón de 1948, que está construyendo de nuevo el país después de la Segunda Guerra Mundial, y como este progreso afecta la vida del artista Ono.

Conclusión

En conclusión, para terminar esta reseña de Un artista del mundo flotante: no es una novela que decepciona pero sí que se queda pequeña al lado de su hermano menor Los restos del día y otros de sus libros más especiales como Nunca me abandones. Recomendaría leerla igualmente, ya que todo lo que escribe Isihiguro aporta: su técnica como escritor es magnífica, su prosa poética y nostálgica hacen que su literatura sea muy auténtica e irremplazable.

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