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Crítica de EL REY LEÓN (2019): innecesaria y sin alma.

El Rey León, dirigido por Jon Favreau, ha sido la película favorita de muchísimos niños: entre las princesas Disney y el reino animal, la historia de Simba siempre ha sido más atractiva por lo general. Así que el nuevo film se esperaba con ilusión (al menos para aquellos que todavía no se han posicionado ni a favor ni en contra de estos remakes Disney). Los números hablan solos: el Rey León logra el mejor estreno en taquilla de todos los remake Disney, una recaudación que ya supera los 500 millones de dólares.

Sin embargo, las críticas no apuntan precisamente bien y todos coinciden en los mismos argumentos: el hiperrealismo ha matado el alma de los personajes. Mientras veíamos la película no podíamos evitar preguntarnos si se trataba de El Rey León o de un documental del National Geographic.

Vamos allá con esta crítica de El Rey León (2019), en la cual queremos destacar dos aspectos.

Timón y Pumba con Simba. Crítica de EL REY LEÓN (2019).

La banda sonora

Si las películas Disney consiguieron lo que consiguieron, no fue solamente gracias a la historia que contaban. Bajo del mar, Hay un amigo en ti, Un mundo ideal o De cero a héroe son solo ejemplos de estas míticas canciones que han pasado a formar parte de nuestra vida. Pero, sin duda, el Rey León se lleva el Oscar a mejor banda sonora: ya no solo por la divertida canción de Hakuna Matata o la terrorífica Preparaos, sino por todo un hilo musical fantástico que acompaña toda la película. 

Una clara motivación del espectador para ver la nueva versión de El Rey León era poder disfrutar de su banda sonora otra vez -y más bajo las expectativas de tener a cantantes de la talla de Beyoncé- pero uno no puede evitar sentir cierta decepción después de ver la película.

El objetivo de estos remake de Disney es ofrecer una versión mucho más mejorada que la anterior. Aladdin, por ejemplo, lo consiguió satisfactoriamente (aquí nuestra crítica). En este caso, la banda sonora de El Rey León empeora con creces y no consigue para nada emocionar el público.

Los animales no cantan, solo mueven la boca. No tienen las expresiones humanas que caracterizaban a los personajes por culpa de este hiperrealismo, de este CGI demasiado perfecto: porque ahora lo que vemos son leones, jirafas, hienas, elefantes propios de un documental del National Geographic. Animales que corren, que cazan, que luchan entre ellos, pero no animales que “cantan” o que “hablan entre ellos”. 

La banda sonora no consigue integrarse bien en la historia y parece muy forzada. Como no puedes conectar con los personajes, es imposible que sientas algún tipo de emoción al intentar verlos cantar.

Uno no puede evitar sentir sino decepción al esperar ansiosamente el momento de Preparaos o Hakuna Matata y ver una versión empeorada. Sin el miedo que nos daba Scar cuando éramos niños, sin la diversión que nos provocaba el dúo Simon y Timba (se queda en un intento). Aquí os dejamos un clip para que veáis a que nos referimos si todavía no habéis visto la película:

Un remake innecesario

Como bien mencionábamos al principio de esta crítica de El Rey León (2019), el problema principal de esta película ha sido un CGI tan perfecto que ha matado el alma de los personajes. Si es cierto que esta versión de El Rey León puede presumir de ser un espectáculo visual, no podemos decir lo mismo de la emoción que vivimos con la primera película. 

Nala y Simba. Crítica de EL REY LEÓN (2019).

A veces hay que saber decir que no. Los remake son bienvenidos cuando son mejoras de la primera versión, no solo a nivel visual sino también a nivel de argumento. Por ejemplo, Aladdin nos presentó una película visualmente mucho más atractiva, al puro estilo de Will Smith, con guiones más actualizados y una versión más women empowerment. Un aprobado en toda regla.

El nuevo Rey León no aporta nada nuevo ni mejorado. Guiones plasmados a la primera versión, banda sonora empeorada y una presentación de unos personajes mucho menos logrados (Pumba parece salido de un after) sin una pizca de ánima. Además, la propia estructura de la película tampoco convence: escenas demasiado cortas, escenas importantes como la conversación entre Simba y Mufasa, mientras que después no hay problema para estar dos o tres minutos enseñando lo bien que usamos el CGI para crear la sabana africana.

Hacer la película era totalmente innecesario pero se ha querido aprovechar el movimiento fan que El Rey León causó en su día: de todas las películas Disney de los noventa fue la más taquillera. Nos quedamos, por supuesto, con la versión del 1994.

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