La sugestión como modus operandi del homicidio; el que no deja huella, el crimen perfecto. Se ha tratado a menudo en el universo ‘noir’ (tengo que repasar mi biblioteca que no recuerdo exactamente dónde) y en el género manga faltaba por explotarlo bien.
Coqueteando con la hipnosis y lo sobrenatural, Crimen Perfecto de Arata Miyatsuki y Yuya Kanzaki nos presenta a un endiablado sicario protagonista, trajeado y con camisa roja a lo Dylan Dog, que acepta encargos para aniquilar sujetos, ejecutándolos únicamente a través de la sugestión: inoculando dudas y sacando lo más recóndito del miedo subconsciente. Pequeñas historias cortas muy directas que se retuercen en su giro final para volverse en contra del contratante.
Podía quedarse sólo en eso; pequeños homicidios con giro final. Sería lo fácil, sería lo ‘comercial’. Pero lo mejor de la cultura nipona (al contrario que la yanqui) es que nunca se ha conformado con lo sencillo, sino que explora las aristas, sin miedo a encarar la crudeza, el drama del folio en blanco. El esfuerzo de no limitarse simplemente a ‘estirar el chicle’ de una buena idea. De este modo se exploran opciones tan interesantes como intentar sugestionar a unos descreídos macarras de barrio o incluso a un recién nacido.
El correcto dibujo de Kanzaki parece caminar sobre la cuerda floja, como resistiéndose a la tentación de hacer alguna gamberrada caricaturesca, alguna exageración infantiloide. Sin embargo, aguanta bien el tipo y se mantiene sobrio durante todo el volumen. No se hubiese entendido de otra manera tratándose de algo tan siniestro.
En definitiva, una idea jugosa y apta para el cómic que había que explotar. Casos cortos y muy entretenidos con buenos giros y posibilidades bien exploradas. Conociendo el mundillo, esperamos con ansiedad que en próximos volúmenes se nos desvele el porqué y cómo de las tremendas aptitudes del protagonista, y es que… ‘Los humanos… son tan estúpidos y tan interesantes…’
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