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Crítica de LA CASA DE PAPEL 4

Es imposible no terminarse una temporada de La Casa de Papel durante las primeras veinticuatro horas: si hay algo que esta gente está haciendo muy bien es eso de mantener el suspense, el uso del cliffhanger al final de cada episodio. Pero dejando de lado el suspense que nos deja cada entrega, ¿está la cuarta temporada al nivel de las otras? Hoy os traigo la crítica de La Casa de Papel 4. Esta reseña contiene spoilers.

El espectador no es tonto y sabe lo que está pasando: se está estirando el chicle lo máximo que se pueda. Mientras que en la primera y segunda temporada se resolvió perfectamente el primer atraco, ahora ya llevamos dos temporadas más y todavía seguimos allí dentro. Está claro que La Casa de Papel tiene, por lo menos, dos temporadas aseguradas: la huida y la vida post-atraco. Si nos intentarán colar un tercer atraco ya sería demasiado forzado, a no ser que se hiciera algo por el estilo de Los Juegos del Hambre: de la arena a las calles; que la revolución pase a ser algo más grande, con toda la sociedad implicada. Entonces sí que tenemos La Casa de Papel para siempre, pero honestamente, me gustaría un final limpio que no se fuera por las ramas. A estas alturas, a pesar de mi adicción por la serie, firmaba para una temporada más y fin.

Sin embargo, no me quejo con esta cuarta temporada, aunque sea la más floja de todas: como bien mencionaba al principio, si hay algo que saben hacer realmente bien, es dirigir bien los timings de los episodios, mantener un buen ritmo y acabar con una intensa dosis de suspense. La Casa de Papel es una serie de consumo rápido, que crea adicción, y la verdad es que no es nada fácil conseguir despertar esta adrenalina en el espectador. Minipunto para La Casa de Papel.

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El suspense y ritmo de la serie compensan los defectos de esta cuarta temporada, que se han hecho más evidentes que nunca. Los guiones son muy flojos y forzados, pensados simplemente para hacerse virales en Twitter (conseguido); frases de fácil retweet.

Del mismo modo, los personajes quedan desequilibrados: la muerte de Berlín fue acertada y totalmente integrada en la trama, pero ahora sufrimos la ausencia del mejor personaje de la serie. Por suerte, que Palermo y Alicia Sierra se unieran al reparto fue todo un éxito y gracias a ellos mantenemos un alto nivel (también El Profesor, aunque en esta entrega su autoridad ha sido secundaria). Sin embargo, el resto de la Banda quedan desdibujados y algo perdidos; no convencen por si solos a pesar de ser los originales. 

Por este motivo, no estoy nada de acuerdo con la muerte de Nairobi. Después de Berlín, el espectador había aprendido a querer a Nairobi y a verla como la nueva estrella de la serie; sin embargo, su muerte ha supuesto otra gran ausencia que lamentaremos. Se han cargado a la protagonista femenina favorita de los espectadores; no solo eso, sino a una de las pocas piezas sólidas que quedaban. Si querían hacer un Juego de Tronos, lo han hecho mal: no puedes arriesgarte a matar a uno de los protagonistas sabiendo que el resto serán incapaces de llenar su ausencia. Nairobi realmente aportaba y mucho. Ahora la veremos a través de flashbacks, una técnica demasiado quemada en La Casa de Papel, aunque el espectador no se queja con tal de volver a ver a sus favoritos…

Y además, hablando de personajes favoritos y la obsesión que tienen los guionistas de La Casa de Papel en cargárselos… El desenlace de la cuarta temporada no pinta nada bien y todo apunta a que, tarde o temprano, El Profesor morirá. Sería una salida atractiva ver cómo los miembros de la Banda se las apañan por si solos, cómo evolucionan sin la figura de la que dependen. Espero que de momento no sea así, y que el final de la cuarta temporada tenga dos salidas posibles: o que Alicia Sierra se ponga de parto y el Profesor se vea involucrado en un dilema mortal, o que nuestra mala favorita se una a la Banda como venganza a sus compañeros.

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Otro aspecto diferente de esta cuarta temporada ha sido el género, como ya se adelantó. Es cierto que La Casa de Papel ha tomado una ruta algo más oscura y se ha adaptado a la nueva trama: si bien antes el enemigo estaba fuera y el “plan” era el protagonista de la historia, ahora el enemigo está dentro y de hecho, del plan no sabemos casi nada. No se habla de huida y el elemento mágico del Profesor enseñando a sus alumnos ha desaparecido. Como bien comentaba anteriormente, se estira el chicle y no les convenía hacer que la Banda consiguiera huir en esta entrega: ya ha ido bien tener un Terminator a lo español como el principal peligro, mientras que fuera se dedican a investigar a Raquel y a no molestar demasiado a los de dentro. 

Sinceramente, esta adaptación de la trama no me ha convencido, que de repente Gandía sea el malo de esta historia y que no se refleje el conflicto constante entre el exterior y el interior. Entiendo que los guionistas tuvieron que ponerse creativos para alargar el atraco lo máximo posible pero de las cuatro temporadas esta es, sin duda, la más floja y la que desvaría más.

En resumen para terminar esta crítica de La Casa de Papel 4: sigue enganchando, sigue creando adicción, pero hay que mantener ciertos estándares de calidad. A estas alturas no podemos contar con un guión tan absurdo y el espectador no se dejará engañar fácilmente en la siguiente temporada si la trama se sigue estirando innecesariamente. También habrá que ver cómo evolucionan el resto de personajes, ahora que sumamos una ausencia importante más. Para mi es un aprobado alto porque la necesidad de maratón que te genera La Casa de Papel no es comparable a cualquier serie del momento, pero hay muchas cosas que pulir y replantear.

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