Crítica de Kengan Ashura, de Seiji Keishi: un anime de honestidad violenta.
Siempre, pero más con la que está cayendo, la honestidad se agradece. Y es que hay veces que apetece entretenimiento puro, sin más historias. Evasión simplista, ‘de no pensar’ como solía decirse. No pasa nada, llegas de una dura jornada laboral (o no) y apetece imaginarse en un torneo dándose de mamporros en todo lo alto. Hay un instinto animal que está ahí latente y no pasa nada por reconocerlo.
Lo peor de esto es cuando te cuelan moralinas y demás por el mismo precio y sin haberlo pedido, práctica tan típica de la industria hollywoodiense. Uno se lía a tortas como quien dice y de repente se intercala con sentimentalismos baratos, propaganda directa o ‘valors’ en general.
De lo mejor que tiene el país nipón culturalmente (¿ah, pero tiene algo malo?) es que no se esconde o se esconde poco. Podrá decir las cosas con su tono pausado (no por ello menos intenso ni mucho menos) pero presenta sus planteamientos con honestidad. Si te va a poner un torneo de artes marciales brutal y sangriento, eso ofrecerá. Sin pamplinas moralizantes ni moralejas subliminales. Y si lo acompaña de historias personales o familiares es para empatizar mejor con los personajes y hacer que acabes animándoles entre ganchos y directos.
Pues eso es Kengan Ashura; una serie de anime magistralmente diseñada, con un dibujo anatómico de nota y unos combates sangrientos e hipnóticos. ¿Sólo un torneo de competición con tortazos y fórmula de ‘ya está derrotado-espera que le salen más fuerzas-‘? Para nada. Personajes atrapantes, un argumento de combates entre gladiadores de empresas para dilucidar negocios bastante interesante y pequeñas historias detrás que logran la empatía en mayor o menor medida, intercaladas con acierto entre la emoción de la propia competición y la estética brutalmente conseguida.
Entretenimiento simple pero trabajado, enganchante estéticamente, brutal en su competición y enigmático en la evolución de sus personajes. De momento en exclusiva para Netflix, esperamos con ansia la tercera temporada (por dios, mediados de año es mucho esperar) para ver si Tokita Ohma revienta la arena. ¡Forza!
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