Está bien, no es una serie para volverse loco. Entretiene sobradamente, pero falta más desarrollo de personajes y el tema de infecciones zombis, pese a darse en plena industrialización y steampunk, no deja de estar algo visto.
¿Qué tiene entonces Kabaneri de la fortaleza de hierro de Tetsuro Araki, esta serie de 2016 de deslumbrante y recomendable? Pues que podemos estar ante el camino correcto a seguir por las heroínas de acción del momento. Uno de los errores de factoría moderna es intentar sumarse al movimiento feminista ‘masculinizando’ a las protagonistas, ‘les damos testosterona y a correr’. Y no es eso: se trata de respetar y cuidar precisamente su prisma diferencial.
Mumei, la magnífica protagonista de este anime, no está exenta de un pasado trágico y hace verdaderos esfuerzos por mostrarse como la fría máquina de matar que es (y no a base de músculos, sino de habilidad, agilidad y precisión inalcanzables). Se muestra soberbia, confiada y condescendiente con los que no llegan a su nivel, que son todos. Puede despreciarte con una sonrisa colegial e irresistible en el rostro. Puede despedazarte en segundos sin levantar apenas una ceja y, sin embargo, algo en ella y en su tragedia la impide dejar de ser empática con los más pequeños, disfrutar con la inocencia, bailar entre risas infantiles. Hay una secuencia magnífica en la que hace llorar a un crío con una fría observación sobre la muerte.
Mumei se ha criado así y se sorprende de causar tanto disgusto con sus comentarios. Esta sensibilidad bien entendida es lo que le convierte en uno de los personajes femeninos de acción más interesantes de los últimos años.
Tiene más puntos: estéticamente convence (el director es el de Death Note) y, que el desarrollo de la trama tenga lugar entre estaciones ferroviarias (únicos reductos de los no infectados) a las que poder acceder sólo en trenes acorazados, le da a la acción un escenario muy particular. La impresión de trayecto con estación final está lograda. Los zombis por su parte pues corren como los de ’28 días después’ y algunos hasta son hábiles con la espada, también se juntan en masa y crean un descarado ‘Ataque a los Titanes’ pero sin más. Ni se especifica el motivo del contagio ni se le da mayor trascendencia que el caos. Sólo se les vence atravesando su corazón acorazado de hierro y a otra cosa.
Tiene también amagos de cuestionamiento político y ético, de la validez del ‘sólo sobreviven los más fuertes’ o el acomodo y engaños del poder, pero tampoco hay que ponerse demasiado pretencioso. Buen entretenimiento de acción y estética apasionante pero, por encima y delante de todo, Mumei, ese personaje del que quedarse prendido.